La fábrica de VW Navarra está sopesando seriamente que el ensamblaje de las baterías para los coches eléctricos que se harán en la planta de Landaben se realice por parte de una empresa externa, fuera del centro, según ha podido saber La Tribuna de Automoción de fuentes del sector.
Esta posibilidad, que ha supuesto la preocupación del Comité de Empresa que ha convocado una rueda de prensa para esta mañana a las 12.30, implicaría perder la oportunidad de crear entre 400 y 500 puestos de trabajo de VW, que es la cifra que se estimaba para esta actividad. Esta consiste en unir los módulos que contienen las celdas —si nada cambia vendrán de la gigafactoría de Sagunto (Valencia)— e introducirlas dentro de la carcasa.
Inicialmente, el consorcio alemán había analizado la posibilidad de subcontratar la producción de este órgano fundamental en los automóviles eléctricos y, de hecho, se llegó a barajar que lo hiciera Fagor en Tafalla (Navarra). Posteriormente, se descartó la idea y se apostó porque lo hiciera la propia marca, aprovechando, además, la nueva nave de 10.800 metros cuadrados que se va a crear y que se podría emplear solamente para almacenar y secuenciar baterías.
En conjunto, dentro del proyecto del Grupo ‘Future: Fast Forward (F3)’, Landaben recibirá una inversión de 1.024 millones de euros para la electrificación de la planta, que conllevará la adjudicación de un SUV de Skoda, que llegaría antes de verano de 2026, y un crossover de VW, que arrancaría a la vuelta de ese periodo estival.
VW Navarra: un 50% menos de producción en 2025 y la cancelación de un turno
La llegada de este tipo de tecnología a VW Navarra, más allá de las baterías, es clave para garantizar la supervivencia de la planta, pero a la vez supone una incertidumbre al no conocer cómo puede impactar en el empleo. No obstante, desde la compañía se asegura que el coche eléctrico conllevará incluso media hora más trabajo por unidad que los actuales modelos, a la vez que prevén una producción de alrededor de 300.000 unidades en 2027, en línea con las 288.088 que se hicieron en 2022, lo que implicaría mantener la plantilla actual de 4.500 trabajadores.
Este volumen se alcanzaría con los dos eléctricos y, en principio, con T-Cross y Taigo, aunque según la fuente informante se baraja que uno de los dos modelos de combustión se podría perder antes de 2028, que es cuando se dejarán de hacer coches térmicos.
Sin embargo, sí preocupa el horizonte de 2024, 2025 y 2026. Durante el primer año, tal y como adelantó La Tribuna de Automoción en noviembre de 2022 se dejará de ensamblar el Polo —previsiblemente en marzo— y para 2025 y 2026 el pronóstico es hacer unos 150.000 vehículos y 200.000, respectivamente.
La caída de la producción, comunicada el pasado martes al Comité de Empresa, que implicaría aprobar nuevas medidas de flexibilidad, VW la atribuye a la entrada en vigor de la normativa Euro 7, que aún está en debate en la Unión Europea, ya que por el momento solo hay una propuesta de la Comisión (esta ha sido criticada duramente por los fabricantes), el 1 de julio de 2025.
A pesar de que, por un lado, la bajada puede facilitar la reforma de una fábrica, que tiene dos líneas de chapa, pero solo una de montaje de vehículos, permitiéndola hacer paradas más largas en Semana Santa, verano y Navidades, también implicará la pérdida de un turno, a partir de 2025, que, en principio, con la llegada de los eléctricos se recuperaría.
Por otro lado, en el plano presente, fuentes sindicales señalan que para evitar parar tres días la factoría están trayendo las centralitas en avión, porque las tensiones en la cadena de suministro, a menor escala que hace unos meses, se mantienen. De cara a la semana que viene se prevé trabajar con normalidad.