Los trílogos entre la Comisión, el Parlamento y el Consejo comunitarios concluyeron con un principio de acuerdo definitivo, en el que se refrenda la reducción de emisiones del 100% para vehículos ligeros matriculados a partir de 2035, así como el objetivo intermedio de rebajarlas un 55% en coches y un 50% en furgonetas en 2030. Sin embargo, esto no implicaría el fin de las mecánicas térmicas, al menos por ahora.
La enmienda incluida por los Veintisiete para poder seguir inscribiendo automóviles nuevos con estas propulsiones si utilizan combustibles neutros se ha saldado con el compromiso de Bruselas de que hará una propuesta legislativa al respecto. Así, la Comisión ha pactado consultar a las partes interesadas para presentar un borrador que contemple esta vía, siempre según la legislación y los objetivos de neutralidad climática de la Unión Europea y al margen del ámbito de aplicación de las normas sobre flotas.
Ahora, solo falta que la Eurocámara y el Consejo adopten formalmente este acuerdo para su publicación en el diario oficial a los 20 días, que implica su entrada en vigor. Esto convertiría a la región en la primera del mundo en fijarse un reto de estas características.
El seguimiento, con apertura tecnológica
Entre el resto de medidas que componen el paquete aprobado, destaca otro guiño a la apertura tecnológica sumado por los ministros en el Consejo y que se ha mantenido en esta versión final. Se trata del informe que la Comisión debe realizar cada dos cursos a partir de 2025 sobre el avance hacia las cero emisiones, cuya novedad fue la inclusión de una mención «a los avances tecnológicos, incluyendo las híbridas enchufables».
De igual modo, Bruselas deberá elaborar en tres años una metodología comunitaria común para evaluar el ciclo de vida completo de las emisiones de CO₂ de los vehículos ligeros y de sus combustibles y energía consumida. Así, los fabricantes podrán informar de los volúmenes de sus modelos.
Por otro lado, el incentivo a los coches de bajas o cero emisiones (ZLEV), que el Parlamento abogaba por suprimir, se mantendrá finalmente hasta 2030. Eso sí, la cuota que cada compañía debe alcanzar para gozar de una rebaja en sus objetivos de descarbonización de flota se ha elevado al 25% para coches y el 17% para furgonetas.
Los créditos a la ecoinnovación también han cambiado su sistema, pasando de la propuesta inicial de rebaja gradual a una unificada. Con ellos, las marcas que introducen tecnologías disruptoras que reduzcan la contaminación, comprobadas por verificación independiente, podían obtener un máximo de 7 g/km al año. Esta cifra disminuirá a 4 g/km al final de la década y se prolongará hasta 2034.
Una transición acompañada
Asimismo, las marcas con bajos volúmenes —10.000 coches o 22.000 furgonetas al año— gozarán de una exención hasta 2035, mientras que aquellas con menos de 1.000 podrán extenderla más allá de esa fecha.
Al margen ha quedado el Fondo de Transición Justa, un mecanismo económico para acompañar la electrificación, especialmente en los países con mayor tradición automovilística, y garantizar que las personas que pierdan su trabajo por ella puedan adaptar su formación al nuevo contexto. El Parlamento, asociaciones del sector como CLEPA o ACEA y organizaciones medioambientales como Transport & Environment, pedían la creación de uno específico, pero finalmente el acuerdo solo estipula que «la financiación existente de la UE debe canalizarse» en esta dirección.
Desde la patronal de fabricantes continental valoran el acuerdo como «decisión sin precedentes» y aseguran que «la industria está a la altura del reto». No obstante, recuerdan que se necesitan «las condiciones para cumplirlo: abundancia de renovables, una red de infraestructuras de recarga públicas y acceso a las materias primas». En cuanto a la inclusión de los ecocombustibles, concluyen que «la diversificación es esencial para mejorar la resiliencia de Europa».
Por su parte, CLEPA se manifiesta en la misma línea: «El objetivo del 100% es el más ambicioso del mundo, pero no tendrá éxito si no se acompaña de políticas que aseguren la recarga y el repostaje, energía verde, acceso a las materias primas y una transición justa».