jueves, 30 de octubre de 2025 - 9:32:04
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Soluciones indeseables

«El acoso fiscal al piso turístico o una crisis financiera global que enfríe el turismo, soluciones indeseables al problema de la vivienda».

Los 8.000 monjes y monjas de clausura dedicados a la vida contemplativa y residentes en 725 monasterios son en principio los únicos españoles que no tienen entre sus conocidos ciudadanos que nadan en la abundancia ni ciudadanos que no encuentran hora para comer ni techo donde cobijarse. Por tanto, con ellos no reza el empecinamiento personal y extendido de hacer de una anécdota una categoría según la cual si a un conocido le marcha bien, España va bien, y si a un conocido le va mal, España va mal. Por eso las encuestas son bienvenidas. No son el oráculo de Delfos pero sí ayudan a entender lo que pasa a nuestro alrededor.

Una última encuesta, elaborada por 40dB, advierte que pese a las llamativas cifras macro, el sentimiento económico se está deteriorando al punto de que un 45% de los encuestados se mueven en el arco del pesimismo moderado y el pesimismo agudo. Son ciudadanos a quienes importa un bledo que España crezca más que sus socios, que el paro se mueva en mínimos de 2008, que la afiliación a la Seguridad Social registre máximos históricos o que la inflación esté domeñada. Son uno de cada cinco españoles los que no contemplan comprar un coche, comer fuera, viajar por ocio, renovar el armario o sumarse a las suscripciones digitales.

Pero la mitad de la población cree que el acceso a la vivienda es el problema del país. Admite que en el último año se redujeron sus posibilidades de adquirir las cuatro paredes donde encontrar reposo o formar una familia; entre otras razones, porque el encarecimiento de los inmuebles volvió a ahogar el abaratamiento de las hipotecas. Los mayores afectados son los siete de cada diez jóvenes con trabajo que no pueden alquilar piso, o la mitad de los jóvenes que comparten piso y preferirían vivir solos.

Los mayores afectados son los siete de cada diez jóvenes con trabajo que no pueden alquilar piso, o la mitad de los jóvenes que comparten piso y preferirían vivir solos.

El asunto es endiablado en un país que podría tener techo para todos, en un país que cuenta con un parque de 27 millones de viviendas, de las cuales 8 millones son segundas residencias, 4 no tienen uso... y 400.000 están destinadas al turismo. España necesita unas 650.000 viviendas para cubrir la demanda actual (en 2024 se terminaron 110.000). Y a diez años vista se calcula que se requerirán 1,8 millones de viviendas sociales y asequibles que requerirían 250.000 millones de inversión (la recaudación de un año de la Agencia Tributaria).

Como el tiempo apremia, la construcción no es obra de un día y en ella manosean promotores, constructores, ediles y políticos que no pactan, quedan dos indeseables soluciones: el acoso fiscal al piso turístico o el cataclismo de una crisis financiera global que enfríe el turismo y obligue a muchos de los 13.000 hoteles a ofertar a esos jóvenes «desheredados» una parte de sus 744.000 habitaciones. Pero sería desvestir un santo para vestir a otro. El cielo y nuestros próceres no lo permitan.

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