Por una vez pongo el carro delante de los bueyes. La que empiezo a escribir es mi columna setecientas. Antepongo con cierta pretenciosidad uno de los contenidos al continente global de La Tribuna de Automoción. Mi aportación y los alumbramientos de la cabecera desfilan con el mismo paso de la numeración. Ambas, septingentésimas.
Hace solo tres meses la que todavía sigue siendo mi tribuna del sector automovilístico celebró el treinta aniversario. Mi persona y la redacción celebramos la efeméride como se merecía: tarta de cumpleaños y champán. La celebración ahora es un número que también insufla larga vida en este juego de azar que es la aventura editorial. Que tras el largo recorrido en mutua compañía, pueda presumir de tantas colaboraciones como esta revista ha salido al sondeo de los lectores, es algo que me llena de orgullo. Tengo para mí la imagen de un tándem en sincronizado pedaleo.
Pero va de números. Su baile y encajes desde niño me han seducido con el hechizo de una infantilidad que perdura. Setecientas salidas a la calle es una veteranía de galones. Marca el paso un número bonito, el siete. En la teoría pitagórica, este dígito es la suma del tres, la divinidad y la espiritualidad, y el cuatro, la representación de lo físico o terrenal. Esta revista, conforme al juego numérico, tiene por delante un centenar de ediciones moviéndose en ese equilibrio. Es para mirar el futuro con optimismo.
Marca el paso un número bonito, el siete. En la teoría pitagórica, este dígito es la suma del tres, la divinidad y la espiritualidad, y el cuatro, la representación de lo físico o terrenal.
El siete en el campo del automóvil no tiene la presencia emocional de otros dígitos. El cuatro, por ejemplo, es un dominador de elementos básicos de movilidad del coche como las ruedas; o motrices, como los cilindros. Sin olvidar el salto cualitativo que representa la tracción a las cuatro ruedas simbolizado por la multiplicación exponencial que es el cuatro por cuatro, rebautizado en Audi con el vocablo fonéticamente idéntico de quattro. Tiene tanta fuerza en este sector el dígito que la secuencia en pareja emerge de nuevo en uno de los mitos de Renault, que conocimos aquí como cuatro-cuatro, llamándose de fábrica 4CV, reaparecido en otra leyenda creativa como el 4L, embrión de los SUV actuales, y familiarizado en nuestra particular idiosincrasia como cuatro latas. Otra marca, Peugeot, fijó en el número de marras toda la serie en centena de sus berlinas, y ahora Volkswagen concede el mismo dígito a su gama eléctrica identificada con las letras ID.
Pero ¿y el siete? Hay de todo, como en botica, pero en escasez. Una curiosidad de exclusiva nacional fue el Renault 7, número que ubicó un poco a la fuerza la marca francesa en una evolución con maletero de uno de sus mitos, el R-5. El seis ya estaba ocupado por otra creación del segmento compacto que pasó sin pena ni gloria, igual que este R-7 reservado para España como una singularidad del mercado europeo del automóvil entre las décadas setenta y ochenta, todavía en fase de desarrollo.
El Peugeot 1007 fue la historia de un fracaso, quizá por ser un modelo desubicado en el tiempo, en el furor por las batallas de los grandes espacios interiores en carrocerías constreñidas. Me cuesta identificar un coche, bajo ese concepto, bien recibido por el público. Pero el 1007 de la marca del león, que probé, me pareció una vanguardia interesante, aunque de cierto elitismo que significó su lastre.
Todo lo contrario de lo que sucedió con el Fiat/Seat 127. Un coche que clavó el espíritu rebelde de una época. El duelo de mercado con el R-5 tomó las dimensiones de un clásico futbolístico. El 127, que fue el primer vehículo de mi propiedad, era un líder en los campus universitarios en demanda hirviente de libertades democráticas. Le pudo hacer sombra el Citroën Dyane 6.
Todo lo contrario de lo que sucedió con el Fiat/Seat 127. Un coche que clavó el espíritu rebelde de una época. El duelo de mercado con el R-5 tomó las dimensiones de un clásico futbolístico.
Tiene el 7, y con autentico nombre propio, parcela en el ámbito del lujo. BMW numeró con este dígito la gama de sus berlinas más altas, la Serie 7, en abierta competencia en segmento tan exclusivo con la Clase S de Mercedes. Coche de salón y de posaderas de liderazgos políticos y empresariales.
Contabilizamos revista y colaborador siete centenas de nuestros respectivos trabajos. Hemos desfilado con precisión y disciplina castrense. Colectividad e individualidad se han acompañado en esta septingentésima coincidencia, a todas luces un éxito de reciprocidades. Soy consciente de que me apearé el primero de ese tándem, pero que me quiten lo bailao.

