Fue el almirante Juan Rodríguez Carat quien ofreció una ajustada definición del conflicto entre Israel e Irán, con Estados Unidos de protagonista. Puede, decía el almirante, compararse el conflicto al enfrentamiento entre un búfalo y una avispa. El búfalo no va a poder defenderse de la avispa, pero es muy difícil que la avispa consiga que se rinda el búfalo.
Como dicen los musicólogos, transportemos esta partitura metafórica a una escala distinta, la de socios entre dos países en materia económica. Pongamos que se habla de Estados Unidos y España. Aquel es el búfalo, la mayor economía mundial en el orbe capitalista; la otra es la decimoquinta mundial y la cuarta europea. Como economías desarrolladas son partícipes en organismos multilaterales como la ONU, el FMI, la OCDE o la OTAN. Ambas disfrutan de mercados estables y están abiertas a un comercio internacional regido hasta la fecha por reglas comunes.
Ambos países, sin embargo, tienen diferencias notables. La economía de Estados Unidos es 18 veces mayor que la española (a efectos comparativos, somos a Estados Unidos lo que una comunidad autónoma a España); tiene un territorio veinte veces mayor y una población siete veces mayor; su desarrollo se alimenta de tecnología, servicios financieros, energía y defensa frente al turismo, industria ligera y agricultura de la española. Aquella tiene un desempleo que es menos de la mitad del español; sus salarios son más altos y su presión fiscal más baja; pero la sanidad, la educación y las pensiones los cubre hasta donde puede cada ciudadano. No hay un sistema público que atienda las necesidades básicas de la población como se entiende en Europa.
«Donald Trump, según su propia definición, no puede asegurar que 'Spain rob us' porque nuestro comercio es deficitario»
España exportó a Estados Unidos por valor de 18.179 millones de euros el pasado año e importó de Estados Unidos por 28.193 millones. Donald Trump, según su propia definición, no puede asegurar que «Spain rob us» porque nuestro comercio es deficitario.
Pero quiere expendernos más y aprovechó el foro de la OTAN para exigir que los socios miembros dediquen un 5% del PIB a potenciar su defensa. El objetivo, quizás pretexto, es serio. Pero despide un tufillo que oculta una intención egoísta no declarada porque, ¿quién vendería más producto en esa feria tecnológica armamentística? Empresas cuya tarjeta de visita reza «made in MAGA».
En ese intento de alimentar su industria, Trump disfrutó del besamanos y la aquiescencia de prácticamente todos los socios de la Alianza Atlántica. Pero el búfalo topó con una avispa que le advirtió sobre las prioridades de su país: dedicar los mayores esfuerzos al Estado de Bienestar y solo un 2,1% a defensa. ¡Qué insolencia! La reacción de Trump al aguijonazo fue asegurar que España pagará el doble vía aranceles. «Tiene usted una bonita economía; sería una pena que le ocurriese algo». Es una amenaza. Quizás lo intente. Veremos.