Treinta años atrás éramos 39 millones de jóvenes habitantes (hoy, 49), apenas acogíamos inmigrantes, pagábamos en pesetas, Telecinco y Antena 3 apenas echaban a andar, Internet estaba en pañales, la digitalización apuntaba al futuro, ¿redes sociales, qué es eso?, la construcción y el turismo eran (y aún lo son) nuestras fuentes primarias de energía, una minoría utilizaba pesados móviles, ETA mataba y una crisis alimentada por corruptelas se cernía sobre el gobierno.
En este periodo el PIB se multiplicó por 3 (578.000 millones en 1995; más de 1,4 billones hoy). La renta per cápita pasó de 14.000 a 30.000 euros. Las exportaciones eran del 20% del PIB (hoy son el 30%). El desempleo general bajó del 22,9% al 11% y el juvenil del 40% al 27%. La inflación y los tipos de interés se han rebajado a tasas razonables y solo la deuda pública ha pasado del 60% del PIB al 110%. La bolsa de derechos sociales creció en este tiempo. Matrimonio igualitario, igualdad de género, ingreso mínimo vital, memoria democrática, ley de dependencia, ley contra la violencia de género, reducción de la temporalidad y educación obligatoria hasta los 16 años son algunos ejemplos. Este país solo lo reconoce «la madre que lo parió».
La 'Tribuna de Automoción' fue testigo durante 30 años de cambios en el país sobre los que informó, analizó, celebró o criticó
España, en el mundo de la automoción, ya era treinta años atrás un productor de referencia internacional con Seat, Ford, Renault, Citroën, Peugeot y Opel asentadas. Clio, ZX, Ibiza, Astra, Escort y Golf formaban parte de la conversación cotidiana. ABS, airbag y control de tracción eran términos para entendidos. Hoy, nuevos actores y tecnologías han irrumpido en el escenario del automóvil agitando su futuro, pero debemos confiar en que la industria europea, como el junco, sepa adaptarse, sobrevivir y superar el temporal de la encarnizada competencia.
Treinta años es cumplidamente una generación. Y La Tribuna de Automoción fue testigo de sus cambios. Los reflejó en sus páginas, los analizó y los celebró o los criticó. Ahora, cuando en el mundo se tambalean a golpe de órdenes ejecutivas estadounidenses las estructuras que regularon las relaciones económicas internacionales conviene reflexionar sobre la situación y decidir si procede plegarse a las exigencias de parte o enfrentarse a ellas. Economía e incertidumbre van de la mano; industria y coraje, también. Lo mejor está siempre por llegar. Es la esencia del pensamiento positivo.