viernes, 18 de abril de 2025 - 8:36:30
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Lecciones de un fracaso llamado Northvolt

Opinión de Gabriel Jiménez "El cuaderno de Bertha" en número 688 de La Tribuna de Automoción, sobre los retos de la industria europea.

A finales de los años 90, el gigante de la distribución norteamericano Walmart quiso expandirse por Europa. Su plan estratégico pasaba por iniciar la conquista a través de Alemania y de ahí extenderse al resto de países. Fue un auténtico fracaso.

Para empezar, los cowboys americanos cometieron un error de principiante: no hacer un estudio de mercado para saber a qué se enfrentaban. Y no era moco de pavo: Lidl y Aldi. El segundo fue intentar fichar talento en la competencia ofreciendo como coche de empresa el Ford Scorpio o el Opel Omega, que, sin ánimo de desmerecerlos, no estaban a la altura de los BMW Serie 5 o Mercedes Clase E de la época con los que se movían los comerciales de dichos grupos de distribución alimenticia.

Todo esto me viene a la mente tras el desastre por la quiebra del grupo sueco de baterías Northvolt, que, miles de millones de euros mediante, estaba llamado a ser el gran campeón europeo del sector.

Según cuenta el think tank del Viejo Continente, Bruegel Institut, este caso comporta tres grandes aprendizajes. El primero, que «las ambiciones de tecnologías limpias deberían corresponderse con las realidades de innovación». Esto se traduce en menos ideología y más pies en la tierra, y en vez de apostarlo todo a un solo campeón, la innovación requiere de un ecosistema, por si una pieza falla, que el resto del sistema siga avanzando.

hay que intentar crear campeones en sectores que dominan de lejos chinos, coreanos y japoneses

El segundo es que no hay que intentar crear campeones en sectores que dominan de lejos chinos, coreanos y japoneses. Sugiere, en este sentido, buscar alianzas estratégicas para lograr al menos know-how si la transferencia tecnológica no es posible.

El tercer aprendizaje es que algunas veces, por mucho que se hayan hecho los deberes (como en las lecciones una y dos) el fracaso es inevitable. Por lo que volvemos a la primera: se requiere un ecosistema de innovación, y costes de energía bajos y mucha inversión en I+D+i.

Y todo ello nos remite al Informe Draghi, que dejaba al descubierto nuestras vergüenzas: desmantelamiento industrial, deslocalizaciones para lograr mayores márgenes de beneficios y transferencia tecnológica a cambio de poder acceder al jugoso mercado chino. Ahora nos lamemos las heridas. Pero aún estamos a tiempo de levantarnos. Es hora de más Europa y aprender de los errores para no repetirlos. ¿Lo lograremos?

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