Los sindicatos italianos de Stellantis han anunciado esta tarde una «huelga nacional para todo el sector de la automoción», incluidas las fábricas de vehículos y de componentes, el próximo 18 de octubre. La central UILM ha señalado en una nota de prensa que esta medida se toma por la situación del consorcio transnacional, que está con «la producción en mínimos históricos, los despidos récord, la falta de compromiso y la total confusión política a nivel nacional y europeo».
Según informa Reuters, las operaciones en las instalaciones en Italia de la compañía se han detenido repetidamente en los últimos meses, principalmente debido a la baja demanda del mercado. Asimismo, se han aplicado expedientes de regulación temporal de empleo a los trabajadores, financiados en parte con dinero público.
«Se ha acabado el tiempo para Stellantis, el Gobierno y la Unión Europea» ha declarado el secretario general de UILM, Rocco Palombella, «ahora los trabajadores saldrán a la calle con una rotunda manifestación para exigir respuestas urgentes y concretas. Si no llegan, estamos dispuestos a seguir movilizándonos a todos los niveles». El paro durará ocho horas y vendrá acompañado de una manifestación en Roma que tendrá fin en la Plaza del Pueblo.
La producción de Stellantis cae un 25,2% en Italia
El peso de Stellantis en la industria de la automoción italiana es muy relevante. De hecho, en el último año el grupo dirigido por Carlos Tavares ensambló 751.000 unidades en el país transalpino, según el sindicato FIM-CISL, frente a un total de 880.085 vehículos, teniendo en cuenta los datos de la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos (OICA).
Durante el primer semestre de 2024, el consorcio registró una significativa caída del 25,2% en su producción de vehículos en Italia. En total, se hicieron 303.510 vehículos en los primeros seis meses del año, frente a los 405.870 del mismo período en 2023.
Los datos reflejan un descenso marcado en la fabricación de turismos, que cayó un 35,9%, con solo 186.510 unidades producidas. En contraste, la producción de comerciales creció ligeramente un 2%, alcanzando las 117.000 unidades. Sin embargo, las previsiones de producción para fin de año no superan los 500.000 vehículos, por debajo de los 751.000 alcanzados en 2023.
Ya en julio, el secretario general de FIM-CISL, Ferdinando Uliano, expresó su preocupación por esta situación y exigió al gobierno italiano que cumpla con su compromiso de convocar una reunión para definir medidas que impulsen la recuperación de la industria. «Es imperativo tomar acciones urgentes para salvar el sector automotriz en Italia, que enfrenta una crisis importante», dijo en un comunicado.
Entre las causas de esta desaceleración señalan el retraso en la implementación de incentivos para vehículos ecológicos y los efectos residuales de la pandemia, que afectaron las cadenas de suministro en años anteriores. El sindicato también alertó sobre el estado crítico de varias plantas de producción, destacando la caída en los volúmenes de la planta de Melfi (-57,6%) y el Polo Productivo de Turín (-63%).
A pesar de esta situación generalizada, la fábrica de Pomigliano d’Arco fue la única que registró un crecimiento del 3,5% respecto al mismo período de 2023, gracias a la fabricación del modelo Fiat Panda.
Gobierno italiano y Stellantis
Por su parte, el Gobierno italiano también lleva tiempo criticando las decisiones industriales de la entidad, sobre todo, a su juicio, por la progresiva reducción del número de coches producidos en las plantas italianas frente a los fabricados en el extranjero, a pesar de que la empresa sigue beneficiándose de ayudas públicas en forma de incentivos a la industria automovilística e indemnizaciones por despido.
La semana pasada, el Ejecutivo había hecho saber que había destinado parte de los fondos del Plan Nacional de Recuperación y Resistencia asignados a Stellantis a la construcción de una planta de producción de baterías para coches eléctricos por cuenta ajena, alegando que la empresa no había respetado los acuerdos suscritos y hablando de incertidumbres sobre el calendario del proyecto tras un primer aplazamiento de su inicio, según informa el diario Il Post.
Por su parte, el pasado mes de abril, después de que el Gobierno italiano revelara que mantiene conversaciones con Tesla y con varios grupos chinos, el CEO del consorcio, Carlos Tavares, advirtió durante un evento en Turín que «podría tomar decisiones impopulares» si estos llegaran a entrar, incluyendo el cierre de factorías.