Miles de trabajadores de Stellantis, Ford y General Motors (los llamados Big 3) en Estados Unidos han comenzado la primera huelga simultánea en 88 años contra los tres fabricantes de automóviles de Detroit, después de que finalizara el plazo para lograr un entendimiento entre el sindicato United Auto Workers (UAW) y las empresas de automoción, acerca de la renovación de los contratos —la vigencia de los actuales finalizó este jueves 14 de septiembre a las 23.59—, sin que hubieran llegado a un acuerdo satisfactorio para ambas partes. Así, tal y como había anunciado previamente el presidente del UAW, Shawn Fain, los empleados fueron inmediatamente convocados a realizar una serie de paros laborales en plantas individuales del país. El objetivo es efectuar una huelga de cuello de botella, deteniendo la producción en sitios clave y obligando a otras factorías a cerrar.
Concretamente, Fain confirmó la interrupción de la actividad a las 23:00 (hora local), la cual afectará a las plantas de montaje de Wentzville, en Misuri, de GM; a la Toledo, en Ohio, de Stellantis, y a la de Michigan, de Ford, cuyos trabajadores serían los primeros en declararse en huelga. Los tres centros cuentan con alrededor de 13.500 asalariados, y ya se han constituido piquetes en las puertas de entrada.
Ya en las últimas horas el líder sindicalista había adelantado que pondrían en marcha esta estrategia para «crear confusión», aunque no había entrado en detalles sobre las fábricas en las que se llevaría a cabo. «Nos estamos preparando para atacar a estas empresas de una manera que nunca antes habían visto. Vamos a golpear donde necesitamos golpear», afirmó, durante un directo en sus redes sociales. Además, adelantó que las medidas se intensificarían en caso de que no mejorase la situación.
Según estimaciones de Anderson Economic Group, si esta huelga se mantuviera durante 10 días podría costar a los fabricantes de automóviles, proveedores y trabajadores más de 5.000 millones de dólares y provocaría una interrupción de la red más amplia de proveedores de automóviles.
Este desenlace llega a pesar de que se produjeron avances en los últimos momentos de la negociación —los fabricantes llegaron a ofrecer aumentos salariales de hasta un 20% durante cuatro años y medio, acercándose ligeramente al 36% al que rebajó el sindicato sus peticiones—, pero Fain siguió considerando insuficiente esta cantidad. Por su parte, las empresas denunciaron la tardanza del sindicato en responder formalmente a estas últimas ofertas.
Últimos días antes del fin del plazo
El 11 de septiembre, el sindicalista afirmó, durante una aparición en la CNN, que se habían producido avances en las conversaciones; sin embargo, aún no parecían suficiente para contentar al sindicato.
Por su lado, Ford explicó que había hecho cuatro ofrecimientos y criticó la falta de nuevas contraofertas por parte de la UAW. «Deberíamos trabajar creativamente para resolver problemas difíciles en lugar de planificar huelgas y eventos de relaciones públicas», criticó, «el futuro de nuestra industria está en juego. Hagamos todo lo posible para evitar un resultado desastroso».
Al mismo tiempo, Stellantis seguía a la espera de respuestas después de su última oferta y GM continuaba «negociando directamente y de buena fe», asegurando que «estamos progresando en áreas clave».
La oferta de Ford
Ford, en el documento entregado el 1 de septiembre, proponía condiciones que su propio CEO calificaba como «la oferta más generosa en 80 años», con un aumento combinado del 15% de los sueldos —un 9% (que más tarde subió al 10%) hasta 2027, junto a pagos con una suma global del 6%—, además de 12.000 dólares en bonos y una bonificación de 5.500 dólares tras la ratificación de los nuevos contratos. También aceptaba subir el monto inicial de los trabajadores temporales a 20 dólares por hora y reducir de ocho años a cinco el tiempo necesario para que los nuevos empleados alcancen los salarios más altos. Ante este ofrecimiento, Fain reconoció un avance, pero afirmó que ambas partes aún estaban muy alejadas y calificó la fórmula de ajuste del coste de vida de esta empresa como «deficiente».
Ya en la última semana del plazo, a partir del 13 de septiembre, su nueva contraoferta incluía un 20% de incremento salarial durante los cuatro años y una bonificación de 6.500 dólares tras la ratificación, además de que todos los trabajadores recibieran el mismo sueldo tras la subida. En cuanto a los temporales, mantenía su intención de pago de 20 dólares a la hora, pero se convertirían en trabajadores a tiempo completo tras 90 días.
La propuesta de General Motors
Por su parte, General Motors proponía un incremento del 16% (un 10% y dos pagos anuales adicionales del 3%), junto a 11.000 dólares en bonos. También igualaba los 5.500 dólares tras la ratificación y los 20 dólares iniciales para las nuevas contrataciones, pero estos empleados no alcanzarían los cobros más altos hasta al menos seis años después.
Para UAW estas condiciones resultaban «insultantes», ya que la compañía ganó más de 7.000 millones de dólares en el primer semestre de este año y su CEO, Mary Barra, es la que más ingresó de los Big Three, habiendo recaudado 29 millones de dólares el año pasado.
«Después de negarse a negociar de buena fe durante las últimas seis semanas, solo después de que se presentaran cargos de la junta laboral federal en su contra, GM ha llegado a la mesa con una propuesta insultante que no se acerca a un acuerdo equitativo para los trabajadores de la automoción de Estados Unidos», fue la reacción de Fain.
El 13 de septiembre la oferta fue mejorada. El aumento salarial se situó en el 18% durante los cuatro años del contrato, junto con la misma bonificación por ratificación que anteriormente; sin embargo, existirían diferentes escalas en función del departamento. En cuanto a los trabajadores temporales, también alcanzaban los 20 dólares/hora.
Las condiciones de Stellantis
Por último, el grupo ítalo-franco-americano era el que más se alejaba de las peticiones sindicales, limitando el crecimiento de las mensualidades a un 14,5%, en el global de los cuatro años, junto a 10.500 dólares en bonos para combatir la inflación, incluidos 6.000 dólares en el primer año del acuerdo. No mencionaba ninguna bonificación de ratificación y su política respecto a las incorporaciones de empleados era similar a la de GM.
Ante esto, el líder sindical mostraba su descontento, debido a que «no compensa la inflación, no compensa décadas de caída de los salarios y no refleja las ganancias masivas que hemos generado para esta compañía», según denunciaba.
El sindicato consideró que Stellantis era «con mucho, el más que más dinero posee de los tres grandes fabricantes de automóviles. Tienen los mayores beneficios y márgenes. La mayor cantidad de ingreso y de efectivo». En concreto, la empresa obtuvo 10.918 millones en ganancias en los primeros seis meses de 2023 y su CEO, Carlos Tavares, recibió 24,8 millones de dólares el año pasado. «Ellos tienen el dinero. Simplemente, no quieren que los trabajadores obtengan su parte justa», protestaban. Por ello, la oferta fue considerada como «profundamente injusta», puesto que «no compensa el IPC y mucho menos las pérdidas anteriores».
En la propuesta de después del 13 de septiembre, accedían a subir los sueldos un 17,5% durante el periodo, con diferentes escalas salariales, aunque no ofrecían bonificación por ratificación. Al igual que en GM y Ford, los temporales obtendrían 20 dólares/hora.
Peticiones sindicales
Desde un primer momento, el sindicato se puso como objetivo lograr un 46% de revalorización de los salarios, dividido en el 20% tras la ratificación, seguido de incrementos del 5% cada año durante los cuatro del contrato. Otras peticiones que la organización trasladó a las compañías eran: la restauración de las pensiones y atención médica para los jubilados, un «plan de protección de la familia trabajadora» (que continuaría pagando a los trabajadores si fueran despedidos), hacer fijos a todos los trabajadores discontinuos junto con nuevos límites a la temporalidad y eliminar el sistema por el que los nuevos empleados ganan un 25% menos que los veteranos. Además, la UAW expresó su apoyo a una semana laboral de 32 horas.
El 11 de septiembre rebajaron levemente estas exigencias. Se conformaron con elevar las retribuciones un 36%, aunque acortó el plazo para conseguirlo a 90 días, eliminar los niveles para que todos cobraran lo mismo, suprimir la temporalidad, más tiempo libre y vacaciones pagadas, continuar con los pagos después de un despido, el derecho de huelga por el cierre de plantas y el retorno a las pensiones de prestaciones definidas.
Unas negociaciones complicadas
Durante todo el proceso, entre las protestas del sindicato ha resaltado el hecho sobre que, a pesar de que los representantes de los trabajadores presentaron sus peticiones con más de un mes de margen, las empresas esperaron al último momento para empezar a negociar, según reiteró Fain.
Tras unas primeras tomas de contacto, Ford y GM enviaron su contrapropuesta a las demandas del sindicato el 1 de septiembre y Stellantis, finalmente, hizo lo propio el 8 del mismo mes, pero ninguna de ellas fue bien acogida por el organismo.
Asimismo, el sindicato denunció que, en conjunto, las Big 3 obtuvieron 21.000 millones de dólares en beneficios solo en los primeros seis meses de este año. «Mientras que los ejecutivos y accionistas de los Tres Grandes se han enriquecido con nuestros trabajadores, los miembros del UAW se han quedado atrás», revindicaban.
Por su parte, Fain reconoció que sus demandas eran ambiciosas, pero explicó que precisamente estas ganancias tan elevadas de las compañías son las que impulsan las expectativas de los miembros del sindicato. «No se puede ganar un cuarto de billón de dólares en la última década y esperar que sigamos apuntando a la baja. Nuestro lema de campaña es simple: ganancias récord significan contratos récord», aseveró.
Sin embargo, los fabricantes defendían que estas solicitudes comprometerían su capacidad de crear beneficios. Así lo expresó General Motors en un comunicado, en el que abogaron por un punto intermedio, a través de «un acuerdo justo que recompense a nuestros empleados y también permita mantener nuestro impulso ahora y en el futuro».
A pesar de que se presuponía la buena voluntad precisamente para lograr este entendimiento, las discrepancias provocaron momentos virales, como cuando Fain realizó un directo en redes sociales y realizó una performance en la que arrojaba la propuesta de Stellantis a la basura.
Finalmente, el 15 de agosto UAW anunció una votación para autorizar la huelga en caso de que no se alcance un acuerdo, que fue ratificada diez días más tarde con un apoyo masivo del 97% de los votantes.