El dominó iniciado por Estados Unidos con su Ley de Reducción de la Inflación —coronada por 369.000 millones de dólares (346.000 en euros) en incentivos a tecnologías limpias— parece no tener fin. Mientras la Unión Europea sigue negociando para suavizar el proteccionismo de sus requisitos para las compañías comunitarias, también ha movido ficha a nivel interno, ante la amenaza de que muchos proyectos que parecían tener el Viejo Continente por destino crucen el charco hacia Norteamérica. La Comisión ha modificado dos regulaciones clave para la industria regional, pues permitirán a los Estados miembro igualar las ayudas estadounidenses y simplifican el proceso burocrático que suele enfangar estas operaciones.
Así, Bruselas enmendó el Marco Temporal de Crisis y Transición, creado para combatir los efectos de la guerra en Ucrania y que permite a las naciones impulsar el despliegue de renovables y la descarbonización industrial. En la nueva versión, vigente hasta 2025 inclusive, se amplían las posibilidades de apoyo en estas áreas, con límites presupuestarios más elevados, cálculos simplificados y requisitos más sencillos.
Además, introduce más medidas para desarrollar sectores cruciales para la neutralidad climática, permitiendo bonificar la fabricación de productos estratégicos (entre ellos, las baterías). Estas comprenden, por un lado, diseñar nuevos regímenes de subsidios en función del tamaño de la empresa y la ubicación del proyecto, para favorecer a pymes y compañías de territorios desfavorecidos; y por otro, la medida estrella...
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