El vicepresidente de Ingeniería y Desarrollo de Producto de Camiones Medianos y Pesados de Iveco, Pablo Cebrián, ha confirmado que la marca italiana fabricará en el futuro vehículos industriales eléctricos y de célula de combustible donde, «por supuesto, estarán involucradas las fábricas de Madrid y Valladolid», según ha adelantado en una entrevista con La Tribuna de Automoción.
Cuestionado por la decisión de Nikola —con la que Iveco y él en concreto colaboran en el desarrollo de vehículos pesados— de adjudicar el Tre eléctrico y de hidrógeno a Ulm (Alemania), en lugar de a las fábricas españolas donde se ensambla el S-Way, en el que se basa el vehículo de la start-up estadounidense, Cebrián ha aclarado que «la decisión estuvo basada en que la región alemana es estratégica para la innovación en células de combustible y que tenemos un centro de investigación muy importante allí».
Asimismo, ha recordado que «inicialmente los volúmenes son mucho más bajos», y nuestro país «se puede concentrar en el vehículo diésel y de gas natural». No obstante, al estar basado en el S-Way, «aunque también tiene tecnología muy innovadora desarrollada por Nikola», «habrá muchos componentes que vengan de España, pero el ensamblaje final, las pruebas y las cargas las va a hacer Alemania».
A juicio del vicepresidente mundial de Ingeniería de Iveco, «es una muy buena forma de empezar, porque con Nikola aceleramos cosas que después haremos como Iveco, tanto vehículos eléctricos como de célula de combustible».
El diésel y el gas natural, insuficientes para los objetivos de 2030
Por otro lado, Cebrián analizó los objetivos de emisiones fijados por la UE para los camiones en 2025 y 2030 y mientras que para la primera meta «sí se puede conseguir con las tecnologías existentes y con la optimización de cada uno de los componentes» para la segunda considera que «es inviable alcanzarla sin cambiar» de motorización.
Sin embargo, hay que «hacer todo lo posible sobre la base del diésel, porque en 2030, la grandísima mayoría de los camiones en circulación serán de gasóleo, pero empezaremos a ver ventas de cero emisiones cada vez mayores y ayudarán a conseguir el objetivo», así como el uso del biogás.
El problema del motor diésel, aclara, es que «utiliza energía química para generar trabajo mecánico y eso está regulado por el ciclo de Carnot, que tiene un límite de eficiencia de alrededor de un 76% en una situación en la que no hubiera fricción».
Actualmente, «estamos viendo camiones en pruebas con eficiencias del 50% y los que se venden están en torno al 45%». En pro de su eficiencia, se verán mejoras sobre el motor, en la recuperación de la energía, de reducción de la fricción o de la desactivación de alguno de los cilindros», pero en los últimos 15 años, los propulsores de gasóleo solo han mejorado alrededor de un...
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