La fábrica de Iveco Valladolid ha encontrado la forma de salir de la crisis en la que estaba inmersa, después de que el 68,9% de los trabajadores rechazara el 1 de julio el preacuerdo de convenio colectivo que había planteado la empresa.
Una vez que la plantilla mostró su desacuerdo con las condiciones presentadas, los sindicatos pidieron retomar la negociación para mejorarlas, a lo que la compañía se negó en rotundo. La respuesta de la parte social no se hizo esperar y convocó una jornada de huelga de 24 horas, desde la noche del 13 al 14 de julio. La ejecutiva de la planta vallisoletana no se inmutó, tampoco cuando se repitieron los paros, los días 22 y 29, pasando posteriormente a un intento de 48 horas, el 9 de septiembre, asimismo infructuoso.
El desgaste empezó a hacer mella en los empleados, que veían que sus protestas no hacían que se mejorase el convenio colectivo. A esa situación se le sumaba que detener la producción incluso ayudaba a Iveco que no tenía que utilizar medidas de flexibilidad para capear la falta de componentes.
No obstante, la gota que colmo el vaso fue cuando…
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