El Grupo Stellantis, que nació fruto de la fusión entre PSA y FCA, sigue conformando las direcciones en el mercado Iberia, que incluye España y Portugal. Tras comunicar el 9 de abril 16 nombramientos, entre ellos los de los directores generales de todas las marcas automovilísticas del consorcio, acaba de oficializar la designación de otro de los puestos clave de la filial, como es el del máximo responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales.
Según ha indicado la compañía en un comunicado, el elegido es José Antonio León Capitán, un ejecutivo que ya encabezada los mismos departamentos dentro del fabricante francés. En su nueva posición, en la que reporta al country manager de Stellantis Iberia, Maurizio Zuares, y al director global de Asuntos Públicos y Relaciones Gubernamentales del grupo, Benjamin Sokolowski, diseñará y gestionará los planes de comunicación corporativa del consorcio, de las marcas Abarth, Alfa Romeo, Citroën, DS Automobiles, Fiat, Jeep, Opel y Peugeot, así como de las fábricas de Madrid, Vigo, Zaragoza y Mangualde (Portugal).
A su vez, desempeñará la representación institucional de Stellantis en la Península Ibérica, lo que conllevará la supervisión y la relación directa con todos los niveles de las administraciones.
León Capitán, con 48 años, es ingeniero industrial por la Universidad de Sevilla y el Institut National des Sciences Appliquées (INSA) de Lyon; y MBA por San Telmo Business School. En el año 2000, inició su andadura profesional en el Grupo PSA, ocupando diferentes responsabilidades en las áreas de Posventa, Marketing y Calidad de Peugeot en España. En 2006, pasó a formar parte de la dirección de Comunicación y Relaciones Externas de la misma marca, donde desempeñó varios puestos, hasta ser elegido máximo responsable.
Su ascenso a la estructura de grupo se produjo en enero de 2015, cuando fue elegido director de Comunicación para España y Portugal de las tres firmas, una labor a la que ha ido añadiendo nuevos frentes, como la gestión comunicativa de las dos plantas españolas (Madrid y Vigo) y la portuguesa, luego las relaciones institucionales de toda la corporación y, finalmente, cuando se hizo efectiva la adquisición de Opel, también el control sobre la firma del rayo y de la fábrica aragonesa.