“Tomaremos medidas decisivas”. Con estas duras palabras, Kurt Sauernheimer, CEO del proveedor germano de componentes Brose confirmaba que, debido principalmente “al declive del mercado chino, la presión global de los precios y diferentes cuestiones internas”, se verán obligados a prescindir de 2.000 empleados de sus plantas en Alemania hasta 2022.
Desde la compañía se argumenta también que, a estas razones principales, se unen también “el debate unilateral sobre el cambio climático a expensas de la industria automotriz”, sumado a los costes de personal y de mano de obra, que “amenazan a la competitividad de los fabricantes”.
Así, el nuevo programa “Future Brose” lanzado por el grupo empresarial con el objetivo de reducir sus pérdidas, supondrá una alta tasa de deslocalización de sus factorías de Bamberg, Hallstadt, Coburg y Würzburg hacia “países de bajos salarios”; mientras que la sede de Wuppertal, donde trabajan hasta 200 operarios, se cerrará por completo.
Con estas salidas, la firma pretende “ahorrar varios cientos de millones de euros, creando así la capacidad financiera necesaria para las inversiones en renovación y crecimiento”. Todas estas medidas relacionadas con el cese de personal supondrán un descenso de los empleados de Brose de cerca del 8%, contabilizando los 26.000 totales que la entidad mantiene en todo el mundo.
Por otra parte, este plan de reestructuración afectará también a los estudiantes en prácticas que trabajan en los centros de producción, ya que se reducirá el número de becas ofrecidas para ellos en un 10% a partir de 2020.
