MARIANO COLLADO
Ya está aquí el nuevo curso. Aunque el calendario natural se extienda desde enero a diciembre, es innegable que en asuntos económicos, educativos, laborales y de otros tenores el ejercicio transcurre entre septiembre y julio, para tomarse un pequeño respiro en agosto, mes inhábil a todas luces para la mayor parte de las actividades, menos para el asueto.
¿Y qué traerá consigo este nuevo período lectivo? Si 2008-2009 fue el ejercicio del shock, del grave accidente y si 2009-2010 fue el curso de la intervención quirúrgica, apuesto, con un elevado número de probabilidades de equivocarme, a que este recién iniciado 2010-2011 será el curso de la rehabilitación.
La crisis financiera hizo tambalearse los pilares de la industria automovilística a nivel mundial y se cebó especialmente con los mercados de países desarrollados, entre ellos España, que sufrieron desplomes sin precedentes en las cifras de matriculaciones, retrotrayéndose a niveles de mediados de los noventa. Contra esta gravísima afección se imponía un tratamiento de choque, una cirugía radical. Este remedio llegó en forma de incentivos a la compra de automóviles, con un Plan 2000E que consiguió taponar la hemorragia y devolver las constantes vitales a niveles que hacían concebir esperanzas.
Leer opinión completa en la edición impresa de La Tribuna de Automoción nº 353