La semana del lunes 7 de julio, el presidente de EEUU, Donald Trump, comenzó a mandar cartas a distintos gobiernos del mundo amenazando con imponer tarifas a sus importaciones. No obstante, la de la Unión Europea no llegó hasta el sábado, cuando el mandatario notificó a la presidenta de la Comisión, Ursula von Der Leyen, de que si no se consigue llegar a un acuerdo antes del 1 de agosto, se le impondrá un arancel del 30% a todos los envíos del club comunitario al país americano.
Asimismo, retrasó la pausa arancelaria programada hasta el 9 de julio, hasta el 1 de agosto. Esta interrupción inicial de 90 días sobre los impuestos, considerados «recíprocos», la fijó el republicano en abril y oscilaban entre el 10% y el 50% aproximadamente. Actualmente, la UE cuenta con uno del 10%.
Un paquete de contramedidas
Este nuevo gravamen ha desconcertado aún más a Europa, ya que esperaba llegar a un acuerdo antes del fin de la primera pausa. No obstante, el grupo comunitario continúa apostando por seguir trabajando para llegar a un pacto para que Trump se eche para atrás. Sin embargo, el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, ya tiene el aval de los estados miembros para prepararse para lo peor.
Por ello, Bruselas presentó a los ministros de Exteriores y de Comercio un segundo paquete de contramedidas por 72.000 millones de euros por si las negociaciones fracasan, que propone tarifas que podrían llegar a ser recíprocas para algunos sectores clave para las exportaciones estadounidenses, como la industria automovilística y aeronáutica, la agroalimentaria y los productos químicos. Este se sumaría al primer paquete de medidas, el cual actualmente se encuentra suspendido, que equivale a unos 20.000 millones.
De nuevo, una guerra comercial
Sin embargo, la UE no fue la única afectada por esta nueva fase de la guerra comercial del presidente, puesto que Trump reveló aranceles del 25% a Japón y Corea del Sur, y advirtió de que, «si por alguna razón deciden aumentar sus tasas, entonces, la cifra que elijan para incrementarlos se agregará al 25% que cobramos». De esta forma, volvía a la carga con la estrategia de EEUU contra el mundo, la cual lleva aplicando desde el minuto uno de su nuevo mandato y que todavía no termina de rematar, y de la que el líder espera unos acuerdos que no llegan.
Asimismo, al ver que el republicano continuaba con su filosofía arancelaria, China alertó desde el periódico Zhong Sheng (Voz del pueblo) —la publicación que el Gobierno utiliza para expresar opiniones sobre política exterior— que no reavivara otra vez estas tensiones, y amenazó con tomar represalias contra las naciones que alcancen acuerdos con EEUU para excluir a la República Popular de las cadenas de suministro. En junio, Washington y Pekín consensuaron un marco comercial que restableció una tregua frágil, pero con muchos detalles aún sin aclarar: los comerciantes e inversores de ambos lados del Pacífico están observando para ver si se desmoronará o conducirá a una distensión duradera.
Por su parte, sus vecinos norteamericanos también se vieron amenazados con nuevas tarifas, una del 35% a Canadá y otra del 30% a México, y, al igual que al resto de países, estas entrarán en vigor a partir del 1 de agosto. El primer gravamen fue anunciado mientras se estaban llevando a cabo negociaciones con Ottawa para retirarlos. Mientras que el segundo fue comunicado al mismo tiempo que el de la UE. No obstante, en ninguna de las dos cartas se hacía mención si estos nuevos impuestos afectarán a los productos protegidos por el Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá.
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