En los años 60 se empezaron a hacer los primeros controles de alcoholemia en las carreteras. En 1973 se fijó la primera tasa máxima de alcohol en sangre, la cual se situaba en 0,8 g/l. Más de dos décadas después, esta se rebajó a 0,5 g/l. Asimismo, se espera que este año entre una nueva actualización de la legislación, que la reduciría a 0,2 g/l. Sin embargo, desde la Dirección General de Tráfico avisan que su intención es que baje a 0,0 g/l a lo largo de los años. Esta medida «es un compromiso moral con quienes perdieron la vida en la carretera», señaló el director general de la DGT, Pere Navarro.
Y, aunque podrían parecer acciones exageradas, son necesarias. Según cifras de Tráfico, entre 2018 y 2022, se registraron en España 467.117 siniestros con víctimas. De ellos, 18.727 estuvieron directamente relacionados con el consumo de alcohol, lo que supone un aumento del 20,3% en estos años. Además, la presencia de alcohol no solo incrementa el número de víctimas (+16%) y fallecidos (+5%), sino también la gravedad de los siniestros.
Campaña Dräger
Debido a esto, las empresas están comenzando a desarrollar distintas iniciativas para evitar que estas cifras de siniestros sigan creciendo. Una de ellas es Dräger, una compañía tecnológica que presentó a principios de julio su campaña: «Si bebes, no arrancas» en la sede de Fundación Mapfre. Esta busca reducir la siniestralidad vial derivada del consumo de alcohol mediante la implantación progresiva del alcoholímetro antiarranque.
Se trata de un dispositivo con inmovilizador que impide que el automóvil arranque si el conductor da positivo; mide el nivel de alcohol en el aire espirado y puede configurarse para repetir pruebas durante la conducción. Su uso, sencillo e intuitivo, busca facilitar la adopción de este tipo de elementos por parte de las empresas de autobuses y camiones, ya que, aunque España cuenta desde 2022 con una ley que obliga a instalar estas soluciones en autobuses y vehículos de transporte de pasajeros, la falta de desarrollo reglamentario y de controles hace que apenas se aplique.
Mejora de las cifras
Implantar el alcoholímetro antiarranque en vehículos de transporte de mercancías y autobuses tiene un impacto potencial directo y medible en la seguridad vial: permitiría evitar cada año hasta 960 siniestros, salvar más de 80 vidas, reducir 126 heridos graves y hasta 1.246 heridos leves, atendiendo a los datos de siniestralidad de 2023. Además, podría generar un ahorro anual superior a los 220 millones de euros anuales en costes humanos y materiales, todo ello con una inversión que, de ser subvencionada por el Estado para las flotas profesionales, se amortizaría en menos de cinco años.
Asimismo, esta tecnología ya se ha insertado con éxito en países como Suecia, Bélgica, Finlandia o Francia. En este último país, Dräger lideró la asesoría a las autoridades en materia de capacitación técnica de personal y en el diseño de un calendario ambicioso pero realista para instalar este dispositivo en miles de vehículos profesionales.
Un 32% de los conductores conduce después de beber
La iniciativa de la compañía está abierta a todo actor de la sociedad civil comprometido con la seguridad vial, como Aesleme, primera gran entidad que se suma como aliada. La directora de la asociación, Mar Cogollos, lanzó un llamamiento a instituciones y ciudadanos: «esperamos que esta campaña sirva para convencer a los que tienen que tomar medidas y a los ciudadanos que deben cumplirlas de la importancia de no beber si se va a conducir».
Asimismo, recalcó que «en España, todavía un 32% de los conductores reconoce haber utilizado su vehículo tras consumir alcohol y hasta un 50% ha viajado con un conductor ebrio. A pesar de conocer los riesgos, muchas personas aún creen que controlan después de un par de copas, porque no han sufrido consecuencias».
Una gran aceptación social
Hacer obligatorio el alcoholímetro tendría una gran aceptación social: numerosos estudios internacionales muestran que las medidas restrictivas son bien recibidas cuando se implementan progresivamente y persiguen objetivos de salud. Además, permite proteger a colectivos vulnerables y grupos críticos, como las rutas escolares, los viajes del Imserso o el turismo internacional. No obstante, desde la compañía señalan que estos podrían emplearse también en otros casos, como para conductores ebrios reincidentes o que hayan sido detectados con tasas muy elevadas de alcoholemia como alternativa a la retirada del carné (en caso de que este sea necesario para trabajar) o como medida reeducadora en programas integrales de rehabilitación.
El director de la unidad de negocio de seguridad, Daniel Fiscac, señaló que con este proyecto no están «pidiendo algo imposible ni futurista. Estamos hablando de una tecnología que ya existe, probada, fiable, fácil de usar y lista para salvar vidas hoy mismo. Solo pedimos que se cumpla la ley y que se aceleren los plazos de implantación».
Del mismo modo, agregó que «cada accidente causado por una persona que ha bebido y decide conducir es evitable. Y cuando algo es evitable, no actuar es poco responsable», y subrayó que «con esta campaña queremos abrir un debate público no solo técnico, sino ético, social y político, evitando así muertes que nunca deberían ocurrir».

