A pesar de que tan solo hace unos meses, a finales de mayo, el CEO de Volvo Cars, Jim Rowan, afirmaba estar «seguro» de que su empresa podía alcanzar su objetivo de convertirse en una compañía de automóviles totalmente eléctricos para 2030, lo cierto es que la ralentización de la demanda de este tipo de vehículos junto a circunstancias del mercado como la posible imposición de aranceles por parte de Europa a los VE fabricados en China ―Volvo pertenece a Geely, que estaría gravado con un 19,3%; además podrían establecerse también tasas en Estados Unidos―, la disminución de los incentivos por parte de los gobiernos, el lento despliegue de la infraestructura de carga o los elevados costes de fabricación han llevado a la marca a replantearse este propósito.
Según explicaban en un comunicado, la firma va a llevar a cabo una serie de ajustes en sus principales ambiciones comerciales de cara a los próximos años, enfocándose en la creación de valor y la adaptabilidad ante un mercado automotriz en constante cambio mediante «un plan flexible que satisfaga las preferencias de los clientes».
Los nuevos objetivos consisten en que entre el 50 y el 60% de sus ventas globales para 2025 provengan de vehículos electrificados, incluyendo híbridos enchufables y coches totalmente eléctricos. Asimismo, para 2030, esperan que esta cifra alcance entre el 90 y el 100%, dejando un pequeño margen del 10% para Mild Hybrid. Además, se ha comprometido a reducir su huella de carbono en un 30-35% por automóvil para 2025, en comparación con los niveles de 2018, y un 65-75% para 2030.
Actualmente, Volvo cuenta con cinco coches de baterías (el EX40, el EC40, el EX30 ―el tercer VE más vendido en Europa―, el EM90 y el EX90) ya en el mercado y otros cinco modelos en desarrollo. No obstante, «mucho antes de que finalice esta década», la entidad asegura que tendrá disponible una gama completa de este tipo de vehículos, para poder dar el paso a la electrificación total «cuando las condiciones del mercado sean adecuadas». También continúa trabajando en sus coches híbridos enchufables y suaves, lo que le proporciona «una cartera equilibrada que sirve como un claro puente hacia un futuro totalmente eléctrico».
A pesar de todo, Volvo asegura seguir comprometida con su plan de inversión a largo plazo aún orientado hacia los cero emisiones. La cuota de VE se situó en el 26% durante el segundo trimestre de 2024, mientras que la participación electrificada representó el 48%.
«Estamos firmes en nuestra creencia de que nuestro futuro es eléctrico», afirmó Rowan. «Un coche eléctrico proporciona una experiencia de conducción superior y aumenta las posibilidades de utilizar tecnologías avanzadas que mejoran la experiencia general del cliente. Sin embargo, está claro que la transición a la electrificación no será lineal, y los clientes y los mercados se están moviendo a diferentes velocidades de adopción. Somos pragmáticos y flexibles, al tiempo que mantenemos una posición líder en la industria en electrificación y sostenibilidad».
Margen EBIT de entre el 7 y 8% para 2026
Estas revisiones estratégicas fueron presentadas en el Capital Markets Day, donde la compañía reveló otros detalles sobre su hoja de ruta tecnológica y plan de productos.
En lugar de centrarse en metas absolutas de ingresos, Volvo se propone continuar superando el desempeño del mercado premium hasta 2026. La compañía también apunta a lograr un margen EBIT de entre el 7 y 8% para ese año, en medio de la creciente complejidad derivada de los cambios en el comercio global y los aranceles.
En cuanto a la generación de flujo de caja, Volvo busca alcanzar la neutralidad para 2024 y 2025, con la expectativa de un aumento significativo a partir de 2026, impulsado por una mayor rentabilidad tras su fase de inversiones actual.
La sueca reportó ventas globales de 52.944 automóviles en agosto, un 3% más en comparación con el mismo período del año pasado.
Desde la empresa reiteraron que no se espera que el ajuste de sus ambiciones tenga ningún impacto material en los planes de gastos de capital de la compañía.