El presidente de la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto), Francisco J. Riberas, ha alertado que el sector afronta un 2023 “complicado” en términos de volúmenes de producción y por los efectos de la inflación y la subida de los tipos de interés, lo que va a dificultar la realización de las inversiones necesarias para acometer la transformación de la industria hacia la electrificación.
En una rueda de prensa para presentar los resultados de los productores de componentes en 2022, el directivo destacó que las empresas, cuya liquidez se ha visto resentida, “tienen vértigo” para ejecutar los desembolsos en un escenario con “rentabilidades que no son buenas”, no obstante, enfatizó que “hay que calcular bien las fuerzas”, porque “no hay otra opción” que hacerlos.
En este sentido, consideró que los proveedores tienen que mantener “la continua pelea con los fabricantes de vehículos para defender los márgenes”, que el director general de la patronal, José Portilla, puntualizó que están “tremendamente constreñidos”. “Nos preocupa que muchas pymes están sufriendo”, remachó.
Otro factor clave para facilitar las necesidades inversoras, en opinión de Riberas, es reforzar “la colaboración público-privada”, en lo que destacó el papel de la segunda convocatoria del Perte VEC, así como de “otras vías” que se puedan abrir “para sacar partido a los fondos Next Generation”.
Facturación y empleo, al alza en 2023
Para este ejercicio, Sernauto prevé que la facturación del sector se incremente “en torno a un 6%”, un cálculo sobre el que mantienen todas las cautelas “porque hay mucha incertidumbre”, de acuerdo con Portilla. Con esta cifra de negocio, se proyecta un aumento del empleo del 1%, que vendrá de la mano de “la necesidad de seguir incorporando perfiles cada vez más digitales y tecnológicos”.
El crecimiento de los ingresos se estima a partir de una producción global de vehículos ligeros que se espera pueda subir un 3%, de acuerdo con Riberas, es decir, entre dos y tres millones de unidades más, hasta los 85 millones. Una tendencia alcista que será más acentuada en Europa –es la región de mayor peso para los proveedores–, añadió el también presidente de Gestamp, porque existe “cierta demanda retenida” que servirá para contrarrestar la posible reducción de ventas que pueda conllevar la elevación de los tipos de interés.
A estos números se llegará después de un 2022 que fue de “transición”, donde la facturación ascendió a 37.668 millones de euros, un 17,4% más. Este fuerte crecimiento se explica no tanto en la mejora de la actividad productiva –la fabricación de coches mundial creció un 6%, hasta 82 millones–, sino en el incremento de los costes de las materias primas, la energía, laborales y logísticos, y la inflación. Con todo, la cifra de negocio se colocó por encima de la preCovid, cuando se contabilizaron 35.822 millones en 2019.
En relación a la plantilla, se finalizó el pasado curso con 329.950 trabajadores (+1%), de los cuales 203.000 fueron directos (+0,8%). Estos números todavía están por debajo de los previos a la pandemia, que dejaron, respectivamente, 365.000 y 225.400 efectivos.
En materia inversora, en el capítulo de capacidades productivas se destinaron 1.520 millones, casi un 12% más que 2021, mientras que en I+D+i, 1.231,5 millones, un +5,8%, representando un 3,3% de la facturación y el triple de la media industrial. Igualmente, estas partidas siguen sin recuperar los niveles de 2019, cuando se situaban con 1.900 millones y 1.458 millones.
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Estamos en un mundo altamente competitivo, donde cuando hay grandes beneficios, no se comparten con el resto, y cuando hay pérdidas o necesidades de financiación pues hay que ir al mercado puro y duro.Necesitamos tener industrias altamente eficientes, y por supuesto mínimamente rentables.