La industria atraviesa un momento de cambio por la electrificación y los avances tecnológicos, mientras sortea la escasez de semiconductores o la inflación, entre otros. En este contexto, tomar decisiones se ha complicado, sobre todo si se intenta contentar a inversores, trabajadores y compradores por igual. Prueba de ello es Herbert Diess, CEO del Grupo Volkswagen desde abril de 2018, que dejará de serlo el 1 de septiembre. El sucesor será Oliver Blume, su homólogo en Porsche AG, que compaginará ambos cargos. El comunicado reza que su marcha es «de mutuo acuerdo», aunque diversas fuentes consultadas por Reuters apuntan a que no fue una decisión propia, sino que el Consejo de Supervisión de la compañía votó para relevarle.
Diess apostó por la electrificación de la corporación, una de las que más rápido empezaron el cambio. En su haber queda también superar el Dieselgate, crear Cariad —una división para generar software propio—, y sentar las bases para la OPV de Porsche. Por eso, su contrato se extendió hace apenas un año hasta octubre de 2025. Un vínculo que no cumplirá, al menos, como CEO, pues la citada agencia asegura que podría agotarlo como asesor. Por su parte, Bloomberg informa de que, en cualquier caso, cobrará todo su salario, que podría alcanzar los 30 millones de euros.
Su figura se había deteriorado por su estilo de mando. El año pasado tuvo fricciones con los sindicatos al pedir recortar los plazos de montaje de cada unidad, sus planes de reducir la plantilla en Alemania en 30.000 personas y sus continuas comparaciones con Tesla. La gota que habría colmado el vaso, según este último medio, serían...
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