El proceso de profunda transformación que vive la automoción desde hace unos años y que está haciendo virar al mercado desde un punto en el que el cliente de manera muy mayoritaria opta por la propiedad de los vehículos a otro en el que se prefiere disfrutar del uso, buscando una mayor flexibilidad y personalización del servicio, tiene como claro ganador al renting. Así lo constatan las imparables cifras de negocio que ha ido cosechando esta modalidad de alquiler en aquellos países con una industria muy madura.
En España, por ejemplo, en apenas un lustro, ha pasado de mover un parque de 447.623 coches contratados por 55.586 clientes a uno de 743.388 con 221.936 titulares, según datos de la Asociación Española de Renting de Vehículos (AER). Con esta evolución, su cuota sobre el total de las matriculaciones —desde turismos hasta industriales— se ha incrementado desde el 14,22% que registró en 2015 a un 20,35% en 2020, y creciendo.
El fuerte peso específico que ha adquirido le convierte en una de las principales máquinas de generación de VO. Su relevancia no solo radica en el volumen, sino en su calidad, puesto que se tratan de automóviles, generalmente de entre tres y cinco años, con un gran potencial de rentabilidad.
En el caso de los operadores independientes de renting, como ALD Automotive, Alphabet, Arval o Leaseplan, la gestión que hacen de su flota de segunda mano es determinante para conseguir una ecuación exitosa en su desempeño comercial, pudiendo significar desde grandes quebrantos económicos hasta pingües beneficios.
Una vez que los contratos llegan a su fin, y en caso de que el cliente no haya optado por quedarse con el coche en propiedad, la inmensa mayoría de las unidades se venden a...
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