La victoria en las elecciones de Joe Biden pondrá fin, el próximo 20 de enero, a la era Trump, lo que tendrá como consecuencia un cambio en el rumbo del sector de automoción en Estados Unidos, que se verá sometido a una mayor exigencia medioambiental.
Después de cuatro años en los que el republicano ha establecido medidas regresivas que hacían más laxos los estándares anticontaminación para turismos impuestos por Barack Obama, la llegada del ahora presidente electo implicará un nuevo endurecimiento de la legislación, lo que vendrá acompañado por acciones de impulso para el coche eléctrico y de apoyo a la industria local.
Leyes de emisiones más estrictas
La lucha contra el cambio climático ha sido una de las discrepancias fundamentales en la campaña de los dos candidatos. Trump ni siquiera había mencionado este tema entre sus propuestas para un hipotético segundo mandato, mientras que el demócrata ha destinado un eje de su programa específicamente a este punto, donde recoge, por ejemplo, su intención de volver a meter a EEUU en el Acuerdo de París.
En lo relativo al automóvil, Biden se ha comprometido no solo a dar marcha atrás en las políticas de su antecesor respecto a la eficiencia de los coches y comerciales ligeros, sino a desarrollar una normativa que vaya incluso “más allá” de la derogada por Trump.
Y es que, a finales del pasado marzo, el Gobierno hizo público que los estándares de emisiones de dióxido de carbono se endurecerán, entre 2021 y 2026, un 1,5% anual, en vez de un 5%, como dictaba el texto aprobado en 2012.
Además, con la nueva ley, conocida como SAFE, por sus siglas en inglés, el consumo de combustible no tendría que alcanzar las 54,5 millas por galón —como marcaba la norma anterior—, sino que podría quedarse en las 40,4 millas/galón (4,31 y 5,8 litros por cada 100 kilómetros, respectivamente).
Asimismo, la llegada de Biden a la Casa Blanca podría poner fin a las disputas legales puestas en marcha por un grupo de estados, con California a la cabeza, que acudieron a la justicia con la intención de conseguir el permiso para interponer sus propias regulaciones de emisiones, para hacerlas más restrictivas que las promovidas por Trump a nivel federal.
Más puntos de carga y ayudas para el VE
En sus compromisos, el que fuera vicepresidente entre 2009 y 2017 refleja su apoyo a la meta de aumentar el parque de vehículos eléctricos, que actualmente suma un millón de unidades en el país. Pero para este incremento —matiza—, “una barrera es el déficit de puntos de carga y la falta de coordinación en todos los niveles de gobierno”.
Por ello, tiene la intención de promover la instalación de un total de 500.000 nuevas estaciones de carga públicas hasta el final de 2030. También ha asegurado que continuará con los créditos fiscales para coches electrificados de hasta 7.500 dólares creados por Obama, y que Trump no llegó a extender.
“Vamos a facilitar que los estadounidenses tengan acceso a los vehículos del futuro”, defendió en un evento celebrado en Ohio a mediados de octubre.
Favorecer el empleo local
El enfoque en la creación de puestos de trabajo en EEUU ha sido una meta común para los dos aspirantes a la Presidencia, si bien Biden ha hecho más hincapié en la renovación de la industria para asegurar su futuro.
En este sentido, ha anunciado que ayudará a las empresas a ser más competitivas, facilitándoles créditos que les permitan renovar sus instalaciones y adaptarse a las innovaciones, a la vez que implantará penalizaciones para evitar la deslocalización.
Durante la campaña, el mandatario electo aseguró que la electrificación del sector ayudará a crear un millón de nuevos empleos en la nación.
“La industria del automóvil de EEUU dará un paso adelante. Extenderemos la capacidad para que nuestro país, y no China, tome el liderazgo en nuevas tecnologías”, llegó a aseverar el demócrata.
Por último, la presidencia de Biden podría destensar las relaciones comerciales con la UE, a diferencia de lo ocurrido durante el mandato de Trump, quien ha amenazado repetidamente al Viejo Continente con la imposición de elevados aranceles para los coches europeos exportados a su país.