Una vez se van quedando atrás los momentos más duros de la epidemia y todas las industrias se encuentran ya inmersas en sus procesos de vuelta a la normalidad, muchos de los sectores de las energías renovables ven la reactivación de los mercados como una oportunidad para impulsar con fuerza los negocios sostenibles, aparejados a los planteamientos y objetivos del Green Deal europeo.
De esta forma, las empresas y asociaciones del hidrógeno defienden que es el momento de avanzar en el uso de este gas, principalmente en su versión “verde”, ya que, tal y como aseguran, “es el único que no tiene carbono, por lo que es la única energía que realmente descarboniza”.
Así, una apuesta por la pila de combustible y sus variantes puede ser clave en el futuro de España, según Javier Brey, presidente de la Asociación Española de Hidrógeno (AeH2), quien afirma que nuestro país tiene capacidad más que de sobra para autoabastecerse de este combustible gracias a la industria productora que puede desarrollarse. Y no solo eso, sino que Brey incide en que, si bien la mayoría de estados europeos tendrán que recurrir a las importaciones energéticas de este tipo provenientes del norte de África y Europa del este, España jugará un papel fundamental por poder incluso exportarles el excedente de lo fabricado dentro de nuestras fronteras, bien sea por gaseoducto o vía marítima.
Esta argumentación se ha producido dentro del marco de la conferencia online “El papel del hidrógeno en la transición energética” ofrecida por El Español, en la que han participado, además del mencionado Javier Brey, Miguel Mayrata, director de Diversificación de negocio de Redexis, Rafael Calvera, director general de Calvera, Eugenia Sillero, secretaria general de Gasnam y Fernando Palacín, director de la Fundación para el Desarrollo de las Nuevas Tecnologías del Hidrógeno en Aragón.
De hecho, era el directivo de Redexis quien recogía el guante de Brey respecto a las posibilidades españolas en el futuro descarbonizado, justificando que, para que este sea una realidad, “es necesario unir producción y consumo”, ya que es imprescindible que los fabricantes del gas renovable tengan demandas aseguradas para poder hacer sus inversiones; además, resaltaba la esencialidad de que “se produzcan modificaciones normativas para abaratar los procesos”.
En esta cuestión, Mayrata basaba su postura en el hecho de que las industrias que utilizan el hidrógeno actual (fabricado a partir de reformado de gas natural) lo compran a un precio medio de 1,7 euros el kilo, mientras que el verde saldría de las refinerías a entre 7,5 y 8 euros/kg, a lo que habría que sumarle el coste del transporte. Por ello, solicitaba a las administraciones tanto unas cuotas mínimas en el consumo de hidrógeno por parte de las industrias, además del establecimiento de exenciones a los peajes del coste de la electricidad.
En la misma línea, Sillero justificaba que esta energía puede también implementarse en transportes más allá de los turismos y camiones, especialmente “en los que cuentan con pocas alternativas, como el marítimo, el aéreo o el ferroviario”. Precisamente ponía en alza a este último, señalando que en España existen aún un 30% de líneas que no están electrificadas sino que funcionan con locomotoras diésel, lo cual puede ser una puerta abierta a transformar sus propulsores hacia el hidrógeno una vez deje de usarse ese tipo de combustible.
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Excelente articulo, de mucha actualidad.