Una fusión que otorgará a cada una de las partes el 50% de un negocio que alcanzaría un volumen total de 8,7 millones de vehículos vendidos. Con, además, un valor en el mercado que rondaría los 35.000 millones de dólares y supondría un ahorro en costes de unos 5.600 millones de dólares. La propuesta de Fiat Chrysler Automobiles a Renault, la cual fue enviada la noche del 26 al 27 de mayo y a día de hoy continúa siendo estudiada por el grupo galo, ha agitado el sector, ante la posible definición de una empresa que se convertiría en el tercer fabricante a nivel mundial.
En el texto, FCA pone de relieve que los lazos entre ambos podrían ser de gran ayuda en el desarrollo y comercialización de vehículos que empleen nuevas tecnologías, para así aprovechar las oportunidades que ofrecen áreas como la conectividad, la electrificación y los coches autónomos.
Sin embargo, en el caso de que Renault diera el sí —lo que probablemente dejaría, según The Financial Times, a John Elkann, heredero de la familia Agnelli, como presidente de la nueva empresa y a Jean-Dominique Senard, ahora líder de Renault, como CEO—, el mecanismo de unión podría tardar hasta un año en finalizar, ha comentado a los trabajadores el director ejecutivo del consorcio italo-estadounidense, Mike Manley.
De acuerdo con fuentes sectoriales consultadas por La Tribuna de Automoción, los grupos, por el momento, han interpuesto consultas a las autoridades de Competencia de la UE y EEUU respecto a la fusión.
Como resultado de esta operación, que fue objeto de debate en la junta directiva de Renault que se celebró el 4 de junio, en la que se acordó que el tema siguiera siendo analizado al día siguiente, ambas firmas podrían poner fin a algunos de sus puntos débiles.
FCA tiene como mejor baza su presencia en Norteamérica, donde está consiguiendo buenos resultados con sus marcas Jeep y Ram, pero no está siendo rentable en Europa; además, se prevé que tendrá problemas a la hora de cumplir las metas establecidas por la UE sobre emisiones de CO2, por lo que, de continuar por el mismo camino, podría recibir una sanción. Por otro lado, Renault no tiene presencia en el mercado de EEUU, pero presenta un mayor avance que Fiat respecto a los coches de combustibles alternativos.
Francia exige garantías
En principio, la respuesta gubernamental ha sido positiva; un aspecto relevante si se tiene en cuenta que el Ejecutivo galo posee el 15% de las acciones de la marca del rombo, que descendería hasta el 7,5% si se llevara a cabo la unión. El Ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, ha recalcado que habría que perseguir ciertas garantías en el proceso: que no se destruyan puestos de trabajo en el país ni se cierre ninguna fábrica, que se actúe en el marco de la Alianza con Nissan y Mitsubishi —cuyo encaje en el nuevo grupo es todavía incierto— y que los intereses del país queden representados en la dirección.
Aunque el comunicado de FCA no recoge todos estos puntos, sí asegura que no se clausurará ningún centro de trabajo. Además, fuentes consultadas por Reuters apuntan que la empresa analiza ofrecer un dividendo especial y más certezas laborales para ganarse el respaldo del Gobierno francés, que tendría un sitio asegurado en la mesa directiva.
La misma preocupación por la conservación del empleo la ha mostrado la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT, que ha solicitado al Ejecutivo español que defienda a los trabajadores de constructoras, auxiliares, concesionarios y distribuidores, para que no acaben pagando las consecuencias de la fusión.
Del lado italiano, el vicepresidente Matteo Salvini ha calificado la operación como «brillante» y se ha manifestado a favor de ofrecer, «si fuera necesario», presencia institucional en la nueva empresa, como pasa en el caso de Renault, «dado que el sector es fundamental para el crecimiento del país».
El destino de FCA ha sido carne de especulaciones después de que Manley se mostrara a favor de encontrar «áreas de cooperación» con otros fabricantes y de que varios medios informaran de que PSA le había trasladado, sin éxito, una propuesta de integración. Tras la confirmación de que FCA y Renault estaban negociando una fusión, las acciones de ambos subieron en bolsa un 19% y un 16%, respectivamente, mientras que las de PSA descendieron un 2,4%.