La Comisión Europea ha presentado los objetivos de reducción de emisiones del parque automovilístico comunitario para la próxima década. El nuevo Paquete de Movilidad Sostenible establece que las emisiones de CO2 se reduzcan un 15% en 2025 y un 30% en 2030, siempre en base a las registradas en 2021. Dado que el procedimiento de prueba WLTP se introducirá progresivamente en los próximos años, los nuevos objetivos propuestos no se definen como valores absolutos (en gramos de CO2 por kilómetro), sino como reducciones porcentuales en comparación con la media de las emisiones específicas fijadas para 2021.
Para garantizar la transición hacia una movilidad más sostenible, la Comisión Europea se desmarca de países como China, que ha establecido cuotas de producción de vehículos eléctricos, para optar por un sistema de créditos que incentive la fabricación de automóviles limpios. De manera que los constructores que apuesten tanto por vehículos cero emisiones —eléctricos puros y coches de pila de combustible—, como por aquéllos que contaminan menos de 50 gramos de CO2 por kilómetro —vehículos híbridos en general—, se beneficiarán de reducciones en sus objetivos de emisiones. Dicho incentivo vendrá marcado por las emisiones de cada modelo, de manera que los eléctricos puros contarán más que los híbridos.
“No hemos establecido un sistema de cuotas, porque queremos mantener un enfoque neutral hacia la tecnología. Cada fabricante debe elegir cómo quiere alcanzar los objetivos fijados. No obstante, se establece una cuota mínima del 5% en la producción de eléctricos para garantizar que se avanza hacia la electrificación”, ha destacado Miguel Arias Cañete, comisario de Acción por el Clima y Energía, en rueda de prensa.
Asimismo, para garantizar la efectividad de las metas, se fortalece el control que la Comisión Europea ejerce sobre las emisiones de los vehículos en condiciones reales. Se prevé la recolección, publicación y monitoreo de los datos a través de los “dispositivos de medición de consumo de combustible” estandarizados que todos los fabricantes deberán incluir en sus vehículos nuevos. “Somos conscientes de que existe una desviación del 20% entre los datos que aporta el WLTP y los datos reales, pero con los contadores que se integrarán en cada nuevo coche confiamos en reducir esa brecha”, aseguró Cañete.
800 millones de euros de inversión
Con este plan, la Unión Europea pretende, por una parte, cumplir con los compromisos medioambientales adquiridos en el Tratado de París —que exigen un descenso de los gases de efecto invernadero de al menos el 40% para 2030—, y por otra, aumentar la competitividad del sector automovilístico europeo, que aspira a liderar el sector de las energías alternativas en el futuro.
“Europa se ha quedado atrás en la electrificación respecto a otros competidores como China o Estados Unidos. No estamos en la senda correcta”, destacó Cañete, que ha recordado que las ventas de coches eléctricos en la UE no alcanzan al 1% del total. “La reputación de nuestra industria se ha resentido a consecuencia del Dieselgate y la forma de recuperar la confianza del consumidor es apostar por las energías limpias”.
Para apoyar la electrificación, la Comisión Europea invertirá 800 millones de euros para reforzar la capilarización de cargadores eléctricos, y 200 millones más en ayudas al I+D para los fabricantes que cumplan con los objetivos marcados.
Adrián Vega / Madrid