Pablo M. Ballesteros / Madrid
¿A dónde van a parar los miles de millones de datos que recogen los sensores, y radares de los coches del siglo XXI? ¿Cuál es su utilidad? Worldline, una empresa francesa que tiene 468 empleados en España, trata de darle un sentido.
Según su responsable de Desarrollo de Negocio de Soluciones Conectadas, Rosa Prat, las posibilidades que ofrece este Big Data son infinitas. La primera de ellas es acabar con las redes que se dedican a trucar los cuentakilómetros de los coches de segunda mano para venderlos a mayor precio. Poner fin a estos fraudes es una de las metas en las que se ha implicado mucho el sector, junto a la Guardia Civil, y el hecho de que los datos de los vehículos se administren en una base de datos dificulta su manipulación.
Precio del seguro a tiempo real
Otro aspecto positivo es la opción de que las aseguradoras ofrezcan recalcular el precio de la póliza a tiempo real, en función del uso que se haga del coche. Prat afirma que con la tecnología más avanzada no solo se puede conocer el número de kilómetros, también si se circula de noche, por carretera secundaria o autopista, o, por ejemplo, si el conductor es brusco, lo que encarecería su seguro.
Según la directiva, esta tecnología tiene que servir para que el cliente se beneficie, porque si no nadie va a querer que se le controle.
La monitorización de las flotas, también es una ventaja. Sobre todo, por lo que supone en ahorro de combustible, al poder saber si la conducción es adecuada o si se emplea el vehículo para temas inapropiados. Por otro lado, la posibilidad de que el dispositivo escanee continuamente el coche de forma que si encuentra alguna deficiencia avise al conductor y le indique dónde está el taller más cercano es una opción que favorece tanto a los usuarios de vehículos de empresa como a los de particulares.
Para que esto sea posible es necesario una pieza muy pequeña que se conecta en el On Board Diagnostic (OBD) —donde se enchufa el ordenador en el taller para comprobar que todo está correcto—. Este componente se llama dongle y en el caso de worldline, su empresa proveedora es Continental. Este aparato envía los datos a la plataforma de Internet Of Things (IOT) de la compañía.
A pesar de que podría considerarse que es caro, los que transmiten datos básicos, como el número de kilómetros o las alarmas de mantenimiento, tienen un precio de alrededor de 20 euros. En el caso de los más inteligentes, que pueden evaluar por dónde se circula y la forma de conducción, cuestan de 60 a 100.
Ante la pregunta de si los coches conectados se pueden convertir en un Gran Hermano, Prat recuerda que con las redes sociales, los GPS y con las tarjetas de crédito, ya se ha renunciado a la privacidad. Otra amenaza es el pago por uso de la carreteras, porque con este sistema es posible saber el número de kilómetros circulados y las vías utilizadas.
Llegada de nuevas empresas
Worldline es el ejemplo de que las nuevas tecnologías abren las puertas a compañías de otros sectores, como esta empresa que, durante 40 años, se ha ocupado de la gestión de pagos y que vio una oportunidad en el coche conectado.
La primera piedra la pusieron cuando le dieron servicio a Renault para su servicio R-Link en 2011, de forma que las comunicaciones llegaban a la plataforma de IOT de esta empresa. Además, desde 2012, trabajan con Michelin Servicios y con Daf, desde 2016, para ofrecer una herramienta de gestión de flotas.
En cualquier caso, el servicio a los coches conectados está en proceso embrionario, en parte, porque no se llega a un acuerdo entre los fabricantes para su homologación.