Alberto Gutiérrez Molinero/ Madrid
El Gobierno de Estados Unidos ha dado el pistoletazo de salida a la búsqueda del sustituto de uno de los vehículos más importantes del mundo, la limusina en la que el presidente estadounidense realiza todos sus desplazamientos terrestres cortos.
«La Bestia», como se conoce a este coche, parece una limusina convencional pero está especialmente diseñada para proteger al presidente norteamericano. Aunque todo lo que rodea a este vehículo es secreto, desde sus dimensiones hasta el motor que utiliza, gracias a El Economista América, hemos podido conocer más detalles sobre el actual vehículo que utiliza Barack Obama.
Se trata de un derivado del Cadillac DTS, aunque sólo en apariencia, ya que la plataforma utilizada para su fabricación es la de un camión de tamaño medio, probablemente el Chevrolet Kodiak. Utiliza un motor diésel con una potencia mínima de 400 caballos y unas dimensiones de 7 metros de largo por 1,86 de alto.
Se cree que el vehículo está equipado con un centro de comunicaciones avanzado, capaz de resistir ataques bioquímicos y en caso de que el presidente necesite una transfusión de sangre, en el maletero hay un banco de sangre. Además, el maletero también parece estar equipado con oxígeno y equipos para combatir incendios.
El depósito de gasolina esta protegido para evitar que pueda explotar incluso si recibe un impacto directo. Lo mismo sucede con los neumáticos, que están protegidos con Kevlar. En caso de que sean destruidos, unas ruedas de acero permitirán al vehículo seguir rodando.
Aún hay más. En la parte delantera «La Bestia» parece estar equipada con un sistema de visión nocturna y lanzadores para gases lacrimógenos así como otras medidas para dispersar multitudes.
El chasis contiene aluminio, titanio, materiales cerámicos para proteger contra disparos y explosivos. Lo mismo se puede aplicar del parabrisas y las ventanillas, hechos con un vidrio especial con varias capas que resistiría impactos directos de alta velocidad.
También es de esperar que las superficies acristaladas del vehículo estén protegidas con medidas para evitar, por ejemplo, que las conversaciones que pueda mantener el presidente en el interior puedan ser espiadas con tecnologías como sensores láser que detectan vibraciones en el vidrio.
En septiembre el ganador
La búsqueda del sustituto del actual vehículo se notificará el 29 de septiembre, aunque se trata de un mero formalismo, porque el ganador del concurso no se hará público. De hecho, el vehículo no será revelado hasta que este a punto de entrar en servicio a principios de 2015, cuando el próximo presidente de Estados Unidos asuma el puesto.
Si atendemos a la historia, desde que Franklin Delano Roosevelt encargo a Lincoln, la marca de lujo de Ford, el Sunshine Special, todos los vehículos presidenciales han sido de esta marca o de General Motors, salvo en 1972, cuando Chrysler puso a disposición del entonces presidente, Richard Nixon, de dos limusinas Imperial LeBaron.