Pablo M. Ballesteros / Madrid
Derbi ya nunca volverá a ser Derbi. Martorelles, Cataluña y España se quedan huérfanas de una de las grandes insignias que han hecho de esta región una de las banderas del motociclismo a nivel mundial, después de que el viernes 22 de marzo a las 11 de la mañana los trabajadores de la planta catalana ensamblaran la última moto, antes de iniciar las vacaciones de Semana Santa.
No son sólo los 98 trabajadores que a partir del 31 de marzo se quedarán en el paro, es el símbolo de una industria decadente, la del motociclismo en España que ha vivido como en los últimos años perdía sus tres grandes fábricas de las dos ruedas: Yamaha, Suzuki y Derbi.
Los operarios de Derbi tendrán una indemnización de 45 días por año trabajado hasta un máximo de 42 mensualidades que complementarán con un lineal de 1.704 euros. Gracias a que finalmente, el Grupo Piaggio, además de la indemnización pactada, accedió a aportar 300.000 euros a la plantilla.
De ellos, 25.000 euros, se han destinado a alargar el plan social a nueve meses presenciales, más tres on line –en un principio eran 6 meses– para reubicar a los trabajadores, con la elaboración de un currículum, formación e inclusión en la bolsa de empleo.
Otra parte la han destinado en complementar la cotización a la seguridad social de trabajadores de más de 50 años. Gracias al paro alcanzarán los 52 años, cotizarán durante tres años y después Mapfre se encargará de administrar las indemnizaciones para que los trabajadores alcancen los 61 años, que es cuando se podrán prejubilar.
La última Derbi española, una Senda DRS de 50 cc. fue de color azul, esperemos que sea un color que marque la esperanza de los trabajadores. Tal vez esté fuera de lugar, pero cuando escuchamos a Joan Ninou, trabajador de Derbi de la sección sindical de CC.OO, de fondo oímos a su hija pequeña. El fin de Derbi en España, pero más el futuro de estas 98 familias, para las que la fábrica de Martorelles era más que el trabajo, nos dejan helados.
