Pablo M. Ballesteros / Madrid
Mientras todo el sector aboga por unos incentivos a la compra del automóvil, el ministro de Industria, José Manuel Soria, se contradice cuando habla de las ayudas hacia un sector que da empleo a cerca de dos millones de personas en España de manera directa o indirecta.
No es novedoso que Soria afirme que “no hay recursos” para subvenciones a la compra de automóviles, como tampoco es algo nuevo que según los cálculos ministeriales, basados en anteriores planes de ayudas, cuando se han aplicado el saldo siempre ha sido positivo por las arcas del Estado. Del orden que por cada 200 millones invertidos por la Administración, se han ingresado 500 a través del IVA y del impuesto de matriculación, principalmente.
Lo que sí es una novedad es que el Ministerio de Industria se postule en contra de las ayudas. “Yo personalmente no soy partidario de ese tipo de políticas. No soy partidario de que un Gobierno le dé dinero a alguien para comprar un bien de consumo”, dijo ayer el ministro de Industria.
Estas apreciaciones son opuestas a lo que desde la bancada popular se proponía antes de las elecciones. Tampoco se corresponde con la apreciación que hacía el propio ministro a reglón seguido “reconozco que cuando se han aprobado esos planes han tenido un impacto favorable”.
Recientemente el Ministerio ha aprobado un Plan de Competitividad para el sector dotado con 220 millones de euros, al que hizo referencia Soria. “Si lleváramos a cabo una política de esa naturaleza –en referencia a un 2000E–, el 100% del presupuesto” se destinaría a ese plan.
Los 220 millones de euros de préstamos del Plan de Competitividad se destinan a las fábricas de vehículos y componentes y volverán de manera íntegra al Estado –más un 3,95% de interés– y además generarán una inversión de 1.230 millones de euros.
Estas ayudas a la financiación de la industria no tienen nada que ver con un programa de incentivos para la compra de coches que ayudaría también a los concesionarios.