IGNACIO ALONSO
El túnel de la crisis está en curva. Nadie sabe, por ello, dónde está el final. Pero sí se conocen algunos detalles del trayecto y la forma de atravesarlo.
La economía española saldrá de ese negro agujero por la vía tradicional, es decir, ajustando a golpe de hacha el mercado laboral y podando los salarios de los supervivientes con empleo. Nada nuevo bajo el sol en un país donde el concepto de competitividad está condenado a ir de la mano de la moderación salarial y el concepto de productividad al compás de los costes sociales.
Dos años después de caer al pozo, sindicatos y empresarios bracean por mantenerse a flote. La negociación colectiva se va saldando con un incremento salarial del 0,9%, es decir, la más baja de las series históricas de la democracia. Contribuyen a ello el miedo a perder el empleo y la decisión de Gobierno de pegarle un tajo a los salarios de funcionarios y de empleados públicos. El resultado aparente será, por razones estadísticas, una mejora de la productividad por empleado; la cruda realidad, que nos hacemos trampas en el solitario.
Opinión completa en la edición impresa de La Tribuna de Automoción nº 351