De acuerdo con la institución, el reglamento se centraría en unas condiciones reales de conducción que «reflejan mejor la situación en las ciudades, como, por ejemplo, los trayectos más cortos que forman parte de los desplazamientos diarios, pero de ninguna manera en condiciones de conducción excepcionales». En el caso de furgonetas y turismos, el límite de óxidos de nitrógeno (NOx) sería de 60 mg por kilómetro.
Bruselas reconoce que el cumplimiento en circulación extrema sería muy costoso, pero insiste en que los ensayos de emisiones recomendados no están destinados a cubrir este tipo de uso. Por ello, la propuesta permite explícitamente límites menos estrictos en condiciones de conducción ampliadas, por ejemplo, a altitudes superiores, temperaturas elevadas o con remolque, y excluye una combinación de estas en los test. Así, prevé que los valores contaminantes registrados se dividan entre 1,6, según se refleja en el Anexo III del documento. Por tanto, de facto, «serían un 60 % más altos» en este último escenario.
La Comisión ha estimado los costes por automóvil en un arco entre 90 y 150 euros, «mucho menos del 1% del precio medio de un vehículo en la Unión Europea, mientras que los beneficios sociales calculados serán cinco veces superiores», según defiende. De esta forma, asegura que buscan «estar a la altura de las ambiciones del Pacto Verde Europeo, garantizando al mismo tiempo que los coches sigan siendo asequibles y promoviendo la competitividad de Europa».
No basta con cumplir límites
Al ser interrogada sobre la disparidad de costes, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles explica…
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