Adrián Vega / Madrid
Marruecos ha pasado de ser un país con una economía basada en la agricultura a convertirse en un estado industrial en desarrollo, con una estrategia comercial centrada principalmente en el sector automotriz, que lidera por tercer año consecutivo las exportaciones. La industria marroquí va a cerrar el año 2017 con una producción de 500.000 coches, con lo cual logrará igualar las cifras del mayor productor africano, Sudáfrica. Cuando la nueva planta de PSA esté funcionando a pleno rendimiento en 2019, la producción alcanzará los 600.000 unidades, lo cual convertirá al reino en el mayor fabricante del continente. Pero no se conforman solo con esto.
«Estamos avanzando con el ministro de Industria, Moulay Hafid, un plan para alcanzar un objetivo más ambicioso: producir un millón de automóviles al año en 2025. Esto permitiría a Marruecos situarse entre los países con mayor producción de coches de todo el mundo», asegura a La Tribuna de Automoción Khalid Qalam, consultor senior de Invest in Morocco, la agencia de inversión nacional que atrae el capital extranjero.
Este desarrollo exponencial que está viviendo Marruecos es visto a menudo como una amenaza para los fabricantes de componentes españoles, que temen que un mercado competitivo en un país en desarrollo tan cercano podría restarles peso. Sin embargo, para Qalam se trata de una situación win-win, en la que los dos países pueden salir beneficiados. «España no debería estar preocupada por Marruecos, porque estáis tan avanzados, que Marruecos podrá ser usada como una base de suministro próxima que aumentará la competitividad de la industria española y mejorará la salud de las compañías locales. A España solo le puede beneficiar tener un país competitivo al sur de su territorio, con el cual además la relación es estupenda, ya que aumentará su cuota de mercado y podrá producir más», asegura.
De hecho, si Marruecos tuviera que equipararse con otro país en cuanto al sector del motor, éste sería Turquía, ya que el desarrollo que ha vivido en los últimos 15 años es lo que intentan conseguir ahora en el reino norteafricano. De momento, llevan camino de conseguirlo: cuentan con dos plantas de dos grandes consorcios, Renault y Grupo PSA; se estima que en 2019, la integración local de la producción alcance el 65% —gracias a los fabricantes de componentes que cada año se trasladan al país—; y además poseen como gran activo el puerto de Tánger, uno de los cinco más importantes del Mediterráneo y comparable al de Rotterdam en términos de capacidad. «El éxito de Marruecos no es tanto una cuestión fiscal o del coste de la mano de obra, como de las oportunidades logísticas que ofrece. Se ha convertido en el país adecuado dentro del continente para establecer una empresa automotriz», destaca Khalid Qalam.
Nuevos fabricantes e impulso a la I+D
A pesar de que la industria marroquí sigue viéndose desde Europa como maquiladora y orientada al segmento de bajo coste, se están llevando a cabo esfuerzos de inversión para desarrollar la I+D y cambiar la perspectiva internacional. Por ello, Marruecos tiene el único centro de investigación y desarrollo de la automoción que existe en África, y que fue creado por el especialista en ingeniería francés Altran en Casablanca para PSA. Actualmente da trabajo a 1.500 empleados, entre ingenieros y técnicos.
En cuanto a los rumores sobre posibles nuevos constructores que tendrían intención de asentarse en el país, Qalam confirma que se mantienen negociaciones con distintos actores, ya que es la única vía posible para alcanzar el objetivo de producción del millón de unidades anuales. Por su parte, también hay fabricantes de componentes interesados en entrar en Marruecos, como la española Gestamp. «No se ha tomado una decisión aún, la pelota está en su tejado», concluye el consultor senior.
