FERNANDO ÁLVAREZ
En un país en el que domina la improvisación, la mediocridad, la incompetencia, la doble moral -cuando la hay-, la ambigüedad, la confusión, el sectarismo, el arribismo…y una crisis que amenaza con trabucar el barco, hay que reconocer al casquivano director general de Tráfico una contumacia a prueba de desalientos, en sintonía, desde luego, con la de su jefe en la Moncloa, que insiste e insiste en la tarea paquidérmica de destrozar todo lo que toca, aún siendo un cadáver político.
Opinión Completa en la edición impresa de La Tribuna de Automoción nº348