El nuevo Nissan Qashqai se hace difícil de definir. Su exterior le incluiría dentro del segmento de los todoterrenos, mientras que el interior le acerca a las comodidades de las berlinas. Su comportamiento en carretera le coloca como un comekilómetros mientras que su comportamiento en ciudad, ágil y rápido, le acercaría a los compactos. Así la pregunta sigue en el aire. Los puristas le colocan como un SUV pero sólo porque toda especie creada ha de ser definida, porque la realidad del modelo japonés dice que es muchas cosas, y de cada una lo mejor.
La última creación de Nissan huye de etiquetas, no quiere convencionalismos, no quiere ser comparado. Su imagen se ha radicalizado y su comportamiento se ha mejorado. Los diseñadores de la marca le han dotado de una imagen más agresiva que le confiere un aspecto de deportivo descarado, característica que no se espera en este tipo de vehículo.
Y es que si se parece a algo es a esa categoría de reciente creación, y de gran éxito como son los SUV, aunque su éxito no es comparable con los de la competencia, el cual si antes ya era abrumador, ahora con el ‘lifting’ ha aumentado. Aunque eso en lo que se refiere a estética porque su comportamiento estaría más cerca de la de un ‘crossover’ que de un vehículo más grande y pesado como son el SUV. Esto se consigue gracias a las especificaciones de suspensión, tipo McPherson delante y multibrazo detrás, y las variaciones en el tarado de éstas. Esto dificulta la percepción de baches en la carretera, y en las pistas de montaña en las que nos colemos.
Queda por conocer cuál sería su rendimiento en un terreno montañoso. El motor responde, y las suspensiones podrían ser apropiadas, sólo la monta de neumáticos de asfalto y no de montaña restan efectividad. Tendría que ser el usuario el que decidiera montar unas cubiertas diferentes a las que vienen de serie para desenvolverse mejor en semejante marco. Sólo cuenta con tracción delantera, pero daría de sí lo suficiente como para salir de cualquier escoyo.
Fácil de conducir y cómodo en su interior y con sus espacios, el nuevo Qashqai se postula como una opción inteligente para el uso diario, para esas familias que han de hilar fino para llegar a fin de mes y sólo pueden optar por disponer de un vehículo. La respuesta al pisar el pedal del acelerador es rápida, aunque sin caer en brusquedades, entrega la potencia de forma progresiva para rendir en tiempo más breve posible según las pretensiones del conductor.
Además, su caja de cambios de seis velocidades es de manejo suave y de recorrido físico corto, con lo que se acciona en poco tiempo y no se pierde velocidad ni inercia en el engranaje.
La situación de los mandos es intuitiva de manera que el conductor no tiene que apartar la vista de la conducción para accionarlos. Esto confiere seguridad a los integrantes, los cuales disfrutarán del viaje de forma cómoda.
El puesto de conducción es un acierto, cuenta con un asiento que recoge bien la ergonomía de cualquier persona, independientemente de su tamaño –no hay problema en la posición puesto que el asiento es regulable en cercanía y altura- y el conjunto de retrovisores dejan pocos puntos negros. Las plazas traseras son cómodas y apacibles, y no habrá problemas para nadie ni por rozar las rodillas con los asientos traseros ni por tocar el techo con la cabeza. Además, la anchura del sillón le convierte en un cinco plazas real.
Finalmente el maletero es amplio y da para más de lo que se imagina a simple vista. Su acceso es excelente puesto que apenas hay altura entre el suelo de éste y el vano de entrada.
Cuanta con un equipamiento de base muy completo, aunque siempre es bueno añadirle algunos extras que hagan más atractivo aún el vehículo. La unidad probada contó con navegador incorporado en el salpicadero, cámara auxiliar de aparcamiento –que mostraba las imágenes en el navegador-, climatizador y techo panorámico, el cual se escondía tras un falto techo que repelía los rayos del sol cuando golpeaban con toda su dureza, mientras que se escamoteaban de forma automática en un hueco sobre el maletero para dejar las plazas delanteras y traseras sometidas a las visiones de un descapotable, aunque impedía sus efectos negativos de incomodidad de aire.
Además, las ruedas estaban dimensionadas y las llantas de dieciséis pulgadas de serie se habían convertido en unas de dieciocho con medidas 215/55, que daban una mayor firmeza en la conducción, más aplomo sobre el asfalto, y que no restaban agilidad.
La unidad probada montaba la motorización 1.5 dCi de 106 CV de origen Renault, aunque no es el único diésel disponible puesto que también está disponible un 2.0 dCi de 150 CV, también de origen Renault, con una caja de cambios CVT opcional así como la posibilidad de convertirlo en un tracción a los dos ejes. También hay dos motores gasolina, el primero 1.6 litros que rinde 115 CV y el segundo un 2.0 litros que da 140 CV.
Carlos Olmo