Continúa la guerra tecnológica por hacerse con el liderazgo del mercado de los chips entre China y EEUU. El país asiático anunció, el pasado 3 de julio, futuras restricciones a la exportación del galio y el germanio (además de 15 derivados), dos metales usados en la producción de semiconductores.
Estas limitaciones comenzarán a partir del 1 de agosto y se trataría de una respuesta al endurecimiento que preparaba, a su vez, la potencia americana respecto a la venta de microchips relacionados con la Inteligencia Artificial, precisamente, de cara a la república popular, junto al control por parte de Holanda a la comercialización hacia China de equipo de tecnología avanzada de ASML Holding, empresa proveedora de maquinaria para producir chips de última generación.
La consecuencia directa de este anuncio ha sido la subida de precios del galio, que aumentó un 27%
—según datos de la firma de inteligencia de mercado Fastmarket recopilados por Bloomberg—, y ha llegado a 326 dólares por kilogramo (292,23 €), 43 más que una semana antes, aunque aún no alcanza los preocupantes niveles de 2022. El alza ha sido impulsada por el crecimiento de la demanda de aquellas compañías que quieren asegurarse el suministro de cara al inicio de las restricciones.
Las marcas del gigante asiático se han convertido este año en el principal exportador
de coches hacia Rusia
Y es que, desde que China promulgara esta medida, han sido muchas y diversas las reacciones de fabricantes y gobiernos, teniendo en cuenta que el gigante asiático sustenta alrededor del 80% del mercado de estos metales.
Uno de los que ha manifestado su opinión es Jean-Dominique Senard, presidente del Grupo Renault, quien, en declaraciones a Reuters, pronosticó una «tormenta china» que se cierne sobre el sector de la automoción europea, refiriéndose a que este país podría acabar haciéndose con el dominio de las materias primas que son necesarias para la fabricación de VE. De acuerdo con sus palabras, China cuenta con una cadena de suministro que ha forjado a base de años de inversión y requeriría mucho tiempo y recursos para que Europa lograra replicarla. «La guerra del futuro será una guerra de metales», alertó Senard.
Como posible solución…
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