Alberto Gutiérrez Molinero/ Leipzig (Alemania)
BMW está a punto de revolucionar la producción de coches en serie y de paso acercar un poco más la movilidad eléctrica y sostenible. Por primera vez, un fabricante de automóviles está en disposición de producir coches a gran escala con un chasis compuesto casi exclusivamente de fibra de carbono y aluminio, lo que ha conseguido reducir el peso de los vehículos entre 250 y 350 kilos con respecto a uno convencional.
El proceso ha sido largo, desde que en 1999 se diseñaran los primeros planes y conceptos de vehículos eléctricos de la compañía alemana hasta conseguir los dos primeros modelos para ser comercializados en serie: el BMW i3 para el transporte urbano y BMW i8, un deportivo de altas prestaciones.
El BMW i3, que comenzará a comercializarse en noviembre, incorporará un motor eléctrico de 170 caballos con entre 130 y 160 kilómetros de autonomía. Para la producción del chasis del nuevo vehículo se ha utilizado fibra de carbono en un proceso que ha conseguido reducir el precio significativamente, hasta hacerlo competitivo.
Según BMW, el secreto está en haber asumido la producción de los materiales de fibra de carbono en sus propias plantas. El proceso comienza en la fábrica estadounidense de Moses Lake, donde la compañía germana ha creado una joint venture con el Grupo SGL Automotive Carbon Fibers (ACF), y en la que se fabrica el material, y termina en planta de Leipzig, Alemania, donde está el cuartel general de BMWi, la división que está desarrollando los principales proyectos de la compañía premium en movilidad sostenible.
Sólo en la puesta en marcha de la producción de fibra de carbono en la planta de Leipzig, la marca alemana ha invertido 600 millones de euros, lo que incluye la cadena de montaje y el desarrollo de la red de movilidad eléctrica que se llevan a cabo en las plantas de Diggolfing y Landshut (Alemania). Gracias a la absorción de estos procesos, BMW asegura que ganarán dinero desde el primer i3 que vendan en el mercado. Según Harald Krueger, miembro del consejo directivo del grupo germano, la división BMWi llegará a suponer entre un 8 y un 10% del margen de beneficio de la empresa.
Producido con energías limpias
La revolución de BMW no sólo tiene que ver con la movilidad eléctrica. Se trata de un cambio en la propia concepción de la producción de coches, desde su diseño hasta que sale del concesionario. Además de en la producción de vehículos de fibra de carbono, esta revolución se apoya en la utilización de energías limpias para la producción y funcionamiento de las fábricas.
La producción de los dos primeros eléctricos de BMW se ha llevado a cabo en la planta de Leipzig, una fábrica que se abastece casi exclusivamente de energía eólica, por lo que las emisiones de CO2 en la producción del i3 se han reducido un 50% en comparación con la media del resto de modelos convencionales de la marca alemana. Además, la producción de los modelos de BMWi establecerán el precedente de utilizar la mitad de la energía y un 70% menos de agua en comparación con el promedio de las demás plantas del fabricante.
La intención de la compañía germana es incorporar esta forma de producción menos contaminante, los nuevos procesos y el chasis de fibra de carbono al resto de plantas de BMW paulatinamente y a la producción del resto de vehículos que se diseñen a partir de ahora.
