Alberto Gutiérrez Molinero/ Madrid
Desde que llegó a la presidencia francesa, François Hollande ha tenido como una de sus grandes preocupaciones la industria del automóvil francesa, una de las más importantes del país y una de las más fuertes a nivel internacional. Su mercado ha caído en los últimos dos años y en 2012 lleva un retroceso de más de un 15%.
La situación es aún peor entre los grandes fabricantes tradicionales de Francia, el grupo PSA (Peugeot y Citroen) y Renault con caídas constantes en los últimos meses. Para recuperar las ventas de un sector tan importante Hollande gravó a los coches de alta gama con un impuesto mayor, lo que perjudicaba a las marcas alemanas a favor de las francesas.
Esta medida se sumaba a los más de 6.000 millones de euros que el Estado francés ha prestado al sector desde que estalló la crisis en 2008. Según ha publicado Expansión, tanto el grupo PSA como Renault tenían hasta 2014 para devolver el crédito, pero sin embargo saldaron la deuda hace unos meses.
Estas medidas han sido bien acogidas por los fabricantes, pero no ha servido para que PSA parara el despido de 8.000 de sus trabajadores franceses, una noticia que ha caído como una bomba en Francia.
Hollande ha reaccionado inmediatamente y ya ha anunciado que el día 25 detallará las medidas de un plan de ayudas al sector, entre las que se incluirán algunas para incentivar la compra. Según las pistas dadas por el presidente, se trata de ofrecer una buena financiación de los créditos, puesto que “se trata de bienes que se compran a plazos”.
El plan de rescate será completado cuando el Gobierno reciba un informe experto sobre la situación financiera de PSA. El grupo está en una situación muy delicada, lo que explicaría el despido de los 8.000 trabajadores, y el Gobierno francés quiere ser parte de la solución.
De momento, lo que sí se sabe es que ninguna de las partes se plantean que el Estado entre en el capital de Peugeot como posible medida.
