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Los vehículos más locos que han competido en el Dakar

Desde su primera edición, allá por 1979, esta intensa prueba de velocidad y resistencia ha permitido participar a todo tipo de pilotos y vehículos, lo que ha hecho posible que los espectadores hayan visto sobre la arena africana algunos de los modelos más surrealistas que han pasado por una competición.

Los vehículos más locos que han competido en el Dakar
Vespas, Roll Royce, Citroën cuatro latas... todos ellos han pasado por el Dakar.

Un año más, el Dakar llega a su fin. Una competición que, desde su primera edición, allá en 1979, se ha convertido en uno de los rallies más reconocidos de todos los tiempos. Cuestión clave para su popularidad es, sin duda, la posibilidad que otorga a los conductores aficionados de luchar por el podio codo con codo con pilotos profesionales.

Esta libertad de inscripción ha hecho, a su vez, que ciertos contendientes se hayan presentado a la exigente prueba con algunos de los vehículos más inesperados. En este artículo, proponemos un repaso de los modelos más llamativos que han sorteado las dunas y rocas del mítico desafío y en el que figuran desde coches de lujo hasta food trucks.

Renault 4 L

Comenzamos la lista con los hermanos Claude y Bernard Marreau, que concurrieron al primer Dakar ni más ni menos que con un Renault 4L. El cuatro latas, que, como recordamos en esta misma sección hace dos números, se ensambló en Valladolid entre 1963 y 1991, consiguió una más que digna segunda posición en la categoría de coches.

Toda una proeza, tratándose de un utilitario de casi 20 años cuando se dio el evento. No satisfechos con su marca, los Marreau volvieron al año siguiente, aunque en esta ocasión tuvieron que conformarse con el bronce. En 1981 repitieron, esta vez con un Renault 20 Turbo, que les dejó tirados a mitad de camino, pero que, en 1982, les permitió hacerse con el oro.

Vespa P200E

Vespa P200E

De forma paralela al segundo intento de los hermanos galos, hubo una inesperada contendiente que entró en juego, la Vespa P200E. La scooter de Piaggio, que otrora fue un icono para los mods, en 1980, durante la segunda edición del Dakar, sirvió de montura para cuatro aguerridos pilotos. Pese a que habitualmente se relaciona esta motocicleta con el espacio urbano, lo cierto es que dos de ellas lograron aguantar el tipo y superar exitosamente el desierto del Sahara, consiguiendo llegar hasta Senegal.

En concreto, fueron las conducidas por Marc Simonot y Bernard Tcherniavsky, aunque, siendo fieles a la verdad, su arribada se produjo cuando la competición oficial ya había concluido.

Las creaciones de Thierry de Montcorgé

Una edición más tarde, llegó uno de los modelos que sin duda más miradas ha acaparado, un Rolls Royce Corniche Coupé, con el francés Thierry de Montcorgé al volante. ¿De verdad hay alguien tan inconsciente como para presentarse a una prueba potencialmente mortal para el vehículo con una de las marcas más lujosas del mercado? En realidad, no, ya que el automóvil de De Montcorgé solo tenía de la insignia inglesa la calandra, el salpicadero, el portón del maletero y el capó, el resto era un Toyota FJ45 con una carrocería de fibra de poliéster ad hoc.

Lo cierto es que el galo dejó atónito al público, que creyó estar presenciando un diseño de alta gama luchar contra las inclemencias del desierto. Lamentablemente, el piloto fue descalificado al no llegar a tiempo a un punto de control, como consecuencia de un accidente en Alto Volta, actual Burkina Faso. Pese a todo, la organización le permitió continuar la ruta de manera excepcional, al margen de la clasificación, como consecuencia de su gran repercusión.

De Montcorgé, que había disfrutado dando el cante, quiso superarse a sí mismo y, en 1984, acudió montado en el Jules II Proto 6×4, un surrealista monstruo de Frankenstein hecho a partir de distintos componentes que con sus seis ruedas y su pintura roja y negra parecía sacado de un capítulo de El Coche Fantástico, por aquel entonces en emisión. Algunas lagunas en su pionero diseño hicieron que el vehículo no pasara de la tercera etapa.

El Bicephalous de DAF

Curiosamente, ese fue un gran año para los vehículos surrealistas, ya que también tuvo tras la meta al Bicephalous de DAF, un camión capicúa que contaba con dos cabinas, una delante y otra atrás, un curioso ingenio que ha reaparecido restaurado en la carrera de este curso. La compañía de vehículos pesados había comenzado a competir en 1981, sin llegar a ser capaz de terminar la prueba, lo que alertó a la firma de la necesidad de un cambio en su estrategia.

Un nuevo rumbo que tenía por nombre Jan de Rooy, un camionero holandés que no dudó en representar a DAF cuando esta se lo pidió, con un excelente resultado, ya que logró el oro en la categoría de más de 10 toneladas con un modelo llamado 3300 NT Dakar. El piloto siguió colaborando con la insignia hasta 1988, aunque su mayor aportación fue en 1984, cuando propuso unir dos camiones con el objetivo de alcanzar el doble de potencia, naciendo así el monstruo de dos cabezas, una mole de 800 CV.

En las ediciones posteriores, se siguió incrementando la capacidad de propulsión hasta los 1.400 CV, en el último año en que Rooy participó. Una escalada que se vio trágicamente interrumpida cuando el segundo camión, conducido por Theo van de Rijt, sufrió un terrible accidente en el que el copiloto Kees van Loevezijn perdió la vida y que, además, hizo que el fabricante tomara la decisión de retirarse de la competición.

El Toyota Land Cruiser de las patatas

En las décadas siguientes, las extravagancias fueron más moderadas, aunque no han abandonado por completo el Dakar. En 2005, el francés Hervé Diers acudió con un Toyota Land Cruiser que tenía instalado en la parte trasera un puesto para hacer patatas fritas. Una divertida excentricidad que sirvió para alimentar a los habitantes de las localidades en las que hacía noche y al equipo logístico del propio Dakar. Al contrario que otros contendientes, consiguió terminar la carrera y obtuvo una nada desdeñable 54ª posición.

Citroën 2 CV

Concluimos la lista con los hermanos Philippe y Gilles Marques, dos georgianos que se enfrentaron a la prueba en un Citroën 2 CV de 1963 allá por el 2007. Desgraciadamente, aunque mejoraron la suspensión del vehículo y lo equiparon con dos motores Visa, el automóvil no consiguió completar el recorrido.

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