latribunadeautomocion.es / Madrid
La Comisión Europea se ha marcado como objetivo que no circulen coches de gasolina o diésel dentro de las ciudades europeas en 2050. Éstos deberán ser sustituidos progresivamente, por vehículos eléctricos, vehículos con motor de hidrógeno, vehículos híbridos, así como por el transporte público y el transporte en bicicleta y a pie.
Para acelerar esta transición, el Ejecutivo comunitario propondrá en los próximos meses un sistema común para las ciudades que quieran introducir peajes urbanos, como el que ya existe por ejemplo en Londres con el fin de reducir la congestión.
En paralelo, la Comisión quiere, antes de 2050, aproximarse al objetivo de "cero muertes" en el transporte por carretera.
La desaparición de los coches de combustible convencional de las ciudades es una de las prioridades de la estrategia para el transporte de aquí a 2050 presentada este lunes por la Comisión. Su objetivo es aumentar la movilidad y reducir las emisiones de CO2 en el transporte en un 60%, disminuyendo al mismo tiempo la dependencia de Europa del petróleo.
El Ejecutivo comunitario calcula que las infraestructuras de la UE necesitan una inversión de 1,5 billones de euros entre 2010 y 2030 sólo para poder hacer frente a la demanda. Ante la escasez de fondos públicos, Bruselas apuesta por la colaboración entre el sector público y privado y propone destinar parte de los ingresos generados por el uso de carreteras al sector de transporte.
Peajes y ferrocarril
En este sentido, la Comisión tiene previsto presentar una norma sobre peajes para turismos, que se sumaría a la que ya existe para camiones con el fin de hacer pagar a los que contaminan. Así, los Estados miembros serán libres de aplicar estas tarifas, pero los que decidan seguir adelante lo tendrán que hacer con un marco común de la UE.
Para 2050, Bruselas quiere que la mayor parte del transporte de pasajeros de media distancia, a partir de 300 km, se realice por ferrocarril. Para ello quiere reducir el 30% del transporte por carretera en distancias superiores a los 300 km. De este modo, pretenden conectar todos los aeropuertos principales a la red ferroviaria y garantizar que todos los puertos principales estén suficientemente conectados con el sistema ferroviario de transporte de mercancías y, cuando sea posible, con el sistema de navegación interior.