Ángel Alonso
Los últimos batacazos en las ventas de turismos han reabierto el debate sobre las peculiaridades del mercado automovilístico español.
Es como el desesperado recurso a una serie de cábalas que siempre se formulan cuando las cosas no van bien y se tiene la especie de creencia de que, dando con una razón de peso, siquiera en el plano teórico, se aísla el tumor y la enfermedad está definitivamente curada.
Es inevitable pensar en estos momentos que las causas de que, por ejemplo, en octubre, las matriculaciones se desplomasen un 37,6% y de que el volumen de ventas se haya parado en unos raquíticos 61.000 coches, sin obviar que, en solo cuatro meses, el aumento de mercado se haya dejado en la gatera, ni más, ni menos, que treinta puntos porcentuales…
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