IGNACIO ALONSO
Yo sé de economía, dijo altivo Rajoy ante las cámaras de una cadena de televisión. Pero ustedes se van a chinchar porque no les voy a decir cómo se sale de esta crisis. Eso lo guardo para mí y los míos.
Yo pienso en España, me duele España, me envuelve la bandera de España y tengo cincuenta medidas para que España se levante de la postración que sufre y para que recobre el lugar que le corresponde en el orden internacional. Pero chínchense ustedes, no les voy a adelantar ninguna para que sigan atizando leña al mal Gobierno que escogieron hace dos años largos. En mi agenda –o libreta azul- tengo los nombres de los que volverán a traer la luz a la economía española, pero no pienso mencionarles ninguno para que no lo maleen antes de llegar a Moncloa. Todo está listo para mi encarnación en salvador de la patria a falta de un pequeño detalle: ustedes me han de dar su voto como si de un cheque en blanco se tratara, sin que les diga qué haré, ni cuándo ni con quién lo haré.
La estrategia político-electoral popular es transparente: la crisis es la mejor aliada para llevar al PP en volandas al poder. El Gobierno, además, se cuece en su propia salsa de errores, vacilaciones y cambios de rumbo. ¿Para qué dar explicaciones si el desastre económico y laboral pone ruedas a la candidatura? Por la boca muere el pez: para qué comprometerse, entonces, con promesas que quizás no se puedan cumplir. Y para qué quemarse apoyando al Gobierno en el trabajo sucio si el propio Gobierno ya lo hace solícito y solito.
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