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Nissan Qashqai 2010: mimos al fenómeno

Pocos modelos, por no decir ninguno, pueden presumir en el mercado actual, como el Nissan Qashqai, de constituir un fenómeno digno de análisis en las ciencias de la mercadotecnia, porque, con menos de tres años de existencia, ya ha colocado 500.000 unidades.

Pocos modelos, por no decir ninguno, pueden presumir en el mercado actual, como el Nissan Qashqai, de constituir un fenómeno digno de análisis en las ciencias de la mercadotecnia, porque, con menos de tres años de existencia, ya ha colocado 500.000 unidades.

 El fenómeno no es ajeno a España, donde las formas crossover del coche, con una combinación bien medida de inclusión en el segmento compacto, lo catapulta mes a mes a los primeros puestos en el ránking de matriculaciones. No en vano, los periodos de entrega a los clientes se retardan bastantes meses y ni siquiera ese inconveniente cambia la decisión de compra.

 

Con estos mimbres es fácil imaginar que Nissan cuide a su modelo referente de ventas con un mimo especial y en este año 2010 ha operado una serie de modificaciones externas e internas que acrecientan su interés.

En las modificaciones de las afueras, el frontal recibe su porción con un nuevo capó -que adopta ahora unos discretas estrías en relieve- aletas, parrilla -con la forma de nido de abeja- y faros. Los pilotos y el alerón son la referencia de la zaga. Y por el lateral se dejan ver unas llantas multirradio, de cinco en las de 16 pulgadas y de diez en las de 17. No visibles son las reformas introducidas en la aerodinámica, que reducen el coeficiente de
resistencia al viento de 0,34 a 0,33.

Por dentro, el Qashqai asume una instrumentación más cuidada en detalles como su accesibilidad visual y manual y aviva los tonos del interior configurando un entorno más alegre y juvenil. Es de  subrayar una mejor definición y percepción de las calidades y los acabados.

Conserva ese buen posicionamiento sobreelevado de los asientos delanteros, la aceptable distancia de separación entre filas y, como inconveniente, esa plaza central de los asientos traseros, prácticamente inhabilitada para el pasajero por su angostura y dureza.

La cuestión práctica recibe también su dosis de reforma con la inclusión de nuevos huecos portaobjetos en el habitáculo, por lo que se refiere a la versión estándar, y que, en el caso del Qashqai +2, se solventan con un recurso similar también en el maletero.

En la fase de conducción del coche se deja sentir el mayor refinamiento operado con actuaciones en las soldaduras que han limitado sonoridad y vibraciones. Este Qashqai 2010 tiene ahora una rodadura más fluida y se asienta mucho mejor al firme que las anteriores versiones, por el efecto de un recalibrado de la amortiguación que incide favorablemente en un mejor control y comportamiento de la estructura. En la toma de curvas se ha vuelto aún más noble y mantiene en todo momento el buen equilibrio en los movimientos de la carrocería.

La dirección es otro de los componentes revisados, y para bien, porque, aparte de un tacto más sutil y acompasado a las distintas velocidades, se ha vuelto más precisa y mejor acompasada al movimiento del volante.

La unidad probada es la de tracción simple delantera conocida con el código 4×2, en la que se sustentan buena parte de las significativas ventas de este modelo, aproximadamente, tres de cada cuatro.

El test por asfalto es el perfecto calco de una berlina estándar con las sensaciones ya expuestas y su uso como crossover puede limitarse, con bastantes garantías, a una circulación por caminos de tierra no excesivamente bacheados. Tiene el apoyo en unos bien dimensionados ángulos de ataque y de salida y una distancia libre al suelo propia de los vehículos de campo, pero adentrarse en más exigencias off road requiere las versiones de tracción integral.

No ha habido cambios en los motores, salvo ligeros trastoques para optimizar consumos y emisiones de CO2. En este aspecto el campeón de la gama es el diesel 1.5 dCi de 106 CV, la versión Pure Drive, que limita dichas emisiones a 129 g/km.

No obstante, a esta prueba de EFE se le ha asignado el ya tradicional 2.0 dCi de 150 CV, el tope de potencia en este ciclo diesel, con el comportamiento alabado en anteriores pruebas de los modelos de la alianza Renault-Nissan que lo equipan.

Parte de un silencio ya expresivo de un cuidado refinamiento que, en absoluto, está reñido con una entrega muy puntual de prestaciones. En esas sutiles modificaciones ya aludidas destaca una entrega de fuerza desde bajos regímenes y su extensión hasta la parte más alta con suficiencia y plenas garantías de respuesta. No desentona, incluso, ni cuando, en pleno esfuerzo, la subida de vueltas se coloca en los aledaños del corte de la inyección.

El motor se asocia a una caja manual de seis velocidades, bien compensada en sus desarrollos y de comportamiento muy elástico, lo que permite engranar relaciones largas a bajos regímenes de giro sin sufrir tirones y ahogos. Su manipulación, en cambio, se antoja algo incómoda, por tacto áspero y alguna que otra reiteración de fallos en los engranajes, por parte de la palanca.

El consumo es otro de las modificaciones teóricas corroboradas por el uso. Hay un registro muy uniforme de gasto en carretera que es difícil se vaya más allá de los 7 litros, mientras que en el entorno urbano, no se caracteriza, igualmente por desfases que rompan la media. En prueba dejó un testigo de poco más de 7,5 litros que deja bien a las claras ese equilibrio entre escenarios.

El cliente ha dado todo un espaldarazo al Qashqai, y es que, al muy buen tono medio mecánico y dinámico, añade un precio de indudable atractivo en una comparación con la competencia que le lleva a ese posicionamiento envidiable que ha tenido en toda Europa.

Más información en la edicición en papel de La Tribuna de Automoción (nº 347)

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