Más de 35 millones de unidades vendidas y 45 años después de que el primer Golf saliese de la línea de producción, Volkswagen ha vuelto a dar un paso hacia delante con la octava generación. Y es que, para superar los exuberantes números de la séptima —seis millones de coches comprados desde 2012—, la marca germana ha puesto toda la carne en el asador, sobre todo en términos de digitalización.
El puesto de conducción se ha vuelto totalmente conectado, y, gracias al llamado “innovation cockpit”, permite visualizar en la parte interior del parabrisas la información más relevante en ruta, como la velocidad o las instrucciones de navegación. Seguidamente, se han eliminado prácticamente todos los botones de la consola central, dejando paso a controles táctiles tanto para la climatización como para el sistema de sonido.
Incorpora también un asistente inteligente, que responde al comando de voz “Hola, Volkswagen”, y gestiona todo lo que pasa en el coche (desde la temperatura hasta cambios en el GPS o la música). Además, se incluye un cargador para smartphone wireless (por el momento solo para dispositivos Apple, para Android funciona con cable), y la capacidad de trasladar todas las aplicaciones del móvil a la pantalla principal del coche.
Cerrando el capítulo de la innovación tecnológica, destaca el almacenamiento de datos durante el viaje, así como los ajustes preferidos por el conductor en la Nube VW, para poder exportarlos hacia otro automóvil en el momento de cambiarlo. Toda la gama trae de serie, como guinda del pastel, el sistema Car to X, que permite compartir información entre coches para anticipar cualquier imprevisto en la vía. Desde la firma apuntan que, previsiblemente, “habrá de ser obligatorio en unos años” en la búsqueda por mejorar la seguridad.
Sus medidas no se han visto especialmente modificadas, pues, salvo el crecimiento de 3 centímetros en el ancho de vías, el resto se han mantenido similares a las del Golf VII. Llama la atención, sin embargo, su diseño exterior, más agresivo, con los difusores traseros cromados y las branquias del morro, que aportan un aspecto especialmente incisivo. Incluso se ha logrado reducir su coeficiente aerodinámico a 0,275 Cx, gracias a su frontal más bajo.
Pasando a la mecánica, el nuevo Golf tiene una variedad difícil de igualar: cuatro motores de gasolina —90 CV, 110 CV, 130 CV y 150 CV—, tres Mild Hybrid (MHEV)—110 CV, 130 CV y 150 CV—, dos híbridos enchufables (PHEV)—204 CV y 245 CV—, dos diésel —115 CV y 150 CV— y uno de GNC, del cual aún no se conocen datos.
Especialmente relevante son, en este plano, las propulsiones alternativas que plantea Volkswagen. Los dos PHEV montan, junto al eléctrico, un motor TSI de 1,4 litros, asociados a un cambio de doble embrague DSG de 6 marchas, así como una batería de 13 kWh que supone una autonomía (estimada, por el momento), de 60 km en modo 100% eléctrico. Por su parte, las versiones MHEV incorporan un pequeño motor de 48 voltios y una batería de 48 V, los cuales podrán ser adaptados en cualquier momento en las opciones gasolina superiores a 110 CV.
En cuanto a su precio, los modelos más asequibles llegarán a España después de verano —110 CV manual por 22.900 euros con descuentos—, aunque, a partir de febrero, ya habrá algunos 130 CV disponibles con cifras que rondarán los 24.000 euros. El fabricante alemán ha confirmado ya que los conjuntos Mild Hybrid partirán de los 30.000 euros, que completará la gama en nuestro país en octubre.