Alberto Gutiérrez Molinero/ Madrid
Alemania quiere proteger su industria automovilística de los planes de la Comisión Europea para situar la media de emisiones de CO2 de los vehículos de cada fabricante en 95 gramos por kilómetro. El sector de la automoción germana se sustenta en gran parte en marcas premium como Audi, Merecedes y BMW, en las que los coches de alta cilindrada tienen bastante protagonismo.
El Gobierno alemán junto con el eurodiputado democristiano Thomas Ulmer están liderando el debate sobre la aprobación de esta ley en el Parlamento Europeo. Su propuesta pasa por incrementar los llamado supercréditos, que permiten a los fabricantes compensar un exceso en la media de CO2 de sus modelos con la fabricación de otros vehículos de bajas emisiones, híbridos o eléctricos.
La Comisión considera que un número limitado de supercréditos –un máximo de 20.000 por fabricante- podría estimular la innovación, pero si éstos fueran demasiados o incluso ilimitados como quiere Alemania, podría ser contraproducente porque podría detener el progreso hacia modelos y motores menos contaminantes.
Un documento interno de la Comisión establece cuatro posibles escenarios si se aprobara la propuesta alemana, lo que situaría el rango de emisiones entre 99g/km de CO2 en el mejor de los escenarios y 123g/km en el peor.
En cualquiera de estos escenarios, según la Comisión Europea, se llegaría a un incremento de las emisiones contaminantes y un mayor consumo de combustible, lo que también aumentaría los costes del petróleo e incluso afectar al crecimiento del PIB de los países europeos.
